Caso:
La expansión del territorio árabe comenzada a mediados del siglo VII, y llevada a cabo mediante la guerra santa, finalmente se hizo de
territorio europeo cuando en 711 los ejércitos musulmanes irrumpieron en Andalucía y
comenzaron el proceso de conquista del reino visigótico en España, a la que
llamaron Al-Ándalus. En tan solo siete años se hicieron de buena parte del
territorio peninsular, encontrando poquísima resistencia entre la población
hispanogoda. El nombre del primer
general de los musulmanes, Tariq ben Ziyad, quedó inmortalizado por ser el caudillo que los llevó a la
victoria en la batalla de Guadalete (en la actual provincia de Cádiz). Los musulmanes penetraron incluso hasta Tours,
en Francia, pero ahí sufrieron una derrota aplastante a manos de los francos en
732. Al ver frustrada su cruzada de islamizar toda Europa, se retiraron a España
donde consiguieron establecer una brillante civilización que durante 781 años eclipsó a la europea en casi todos sus aspectos.A lo largo de su existencia, el reino hispanoárabe, el cual se
distinguió por su riqueza económica, intelectual y artística, estuvo
constantemente asediado por dos enemigos: los cristianos del norte de Hispania
(que querían reconquistar su país) y los bereberes islamizados del norte de
África, rebeldes y desestabilizantes que codiciaban sus riquezas. Sin embargo,
el factor que determinó su ruina vino desde dentro: las luchas internas por el
poder quebrantaron la unidad del califato, los reinos o taifas se fueron
debilitando hasta reducirse, en el siglo XIII, al pequeño reino de Granada, el cual
quedó pagando puntualmente contribuciones e impuestos como vasallo de Castilla. Más tarde, el 2 de enero de 1492 quedó completado el proceso de
Reconquista por parte de los cristianos, cuando el rey Boabdil de Granada firmó
la entrega de la ciudad, último bastión musulmán en España, a los reyes Isabel
de Castilla y Fernando de Aragón.
El territorio en el que se establecieron los árabes no habitaban
exclusivamente aquellos que profesaban el Islam; de hecho, convivía todo un
abanico de cristianos, judíos y musulmanes. En esta sociedad existían a) los
mozárabes (literalmente: semejante a los árabes) que eran aquellos cristianos
que a cambio de tributos o impuestos, tuvieron permitido seguir establecidos en
el Al-Ándalus profesando su religión (el cristianismo) y aun su organización
judicial y eclesiástica; b) los muladíes quienes eran hispanos convertidos al
Islam. Así mismo, en los territorios del norte y los que consecuentemente
fueron ganando los cristianos, quedaron c) los mudéjares (lit. “a los que se
les ha permitido quedarse”), categoría formada por los musulmanes que quedaron
en dichos territorios; finalmente, el de d) los moriscos, es decir, mudéjares que
renegaron de su fe y se convirtieron al cristianismo.
La presencia de tantos "arabigohablantes" durante tanto tiempo transformó
la fisionomía lingüística de la Península
y afectó profundamente a la naturaleza de la lengua española. Su influencia es de carácter doble. En
el plano lingüístico, provocó la adopción de miles de vocablos al léxico del
hispanorromance. En el plano histórico-político puso en marcha los
acontecimientos por los que finalmente,
entre todas las variedades iberorrománicas que se concentran en el norte de la
Península, fue el castellano el que logró establecerse como dialecto dominante.Sin embargo, nos interesa el
estudio del mozárabe como dialecto. Entre la población hispanogoda que se quedó
en los territorios ocupados por los árabes, se conservó el primitivo romance
hispánico que se venía usando antes de la invasión. A esta lengua, al igual que
sus hablantes, se la llamó ‘mozárabe’. Dicha lengua, si bien estaba destinada
al uso en la intimidad del ambiente familiar (puesto que la lengua oficial era
el árabe), también hay testimonio de que era usada por musulmanes cultos. Había,
en efecto, un ambiente de diglosía forzada más o menos intensa. La cuestión con
el mozárabe, es que si bien era similar al romance del norte y a sus dialectos
(castellano, catalán, gallego portugués, etc) tenía muchas particularidades y
estaba lleno de arabismos; cuestiones estas que lo hicieron (y lo hacen) invalorable
para el estudio diacrónico del español, dado que sus peculiaridades son un
testimonio de la lengua hablada en los últimos años del período visigótico. Las pruebas que tenemos hoy en
día fueron proveídas gracias al descubrimiento de las jarchas en 1948 por S. M.
Stern. Estos textos literarios, escritos aproximadamente en los siglos X-XI, son
el testimonio de texto lírico más antiguo en romance español. A su vez, también
nos indican que esta lengua se consideraba apta en los círculos literarios
musulmanes para la expresión lírica de las pasiones amorosas.Por todas estas razones, el
bilingüismo que inevitablemente se desarrolló en la región no condujo a un
nuevo monolingüismo arábigo, sino que se estabilizó haciéndose un rasgo fundamental
de la sociedad hispanoárabe. La eventual extinción de esta variedad sureña del
iberorromance se debió tanto a la política de represión lingüística de parte de
los musulmanes fundamentalistas que detentaron el poder en Al-Ándalus en el siglo XI, como a la asimilación de los mozárabes
por los pueblos del norte una vez puesta en marcha la Reconquista.
Se cree que el mozárabe sirvió de
puente entre las dos lenguas al ser absorbido por el castellano durante la
Reconquista. También se opina, en cambio, que pareciera haber dos vías de transmisión:
una situación podría ser que a) el árabe actuó como superestrato (lengua dominante) del romance
andalusí, y b) como adstrato (lengua vecina) de los otros romances peninsulares. Es
decir que, en otras palabras, el bilingüismo no es la única vía por la que
pueden pasar palabras de una lengua a otra: el prestigio de una cultura
superior puede ser suficiente
para que se adopten préstamos sin que haya una situación de bilingüismo intenso
entre las dos lenguas.