Romanticismo y neoclacisismo

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Note on Romanticismo y neoclacisismo , created by ARIANA ROMERO GOMEZ on 02/08/2014.
ARIANA  ROMERO GOMEZ
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                                                                            El RomanticismoEl Siglo XIXEl siglo XIX es uno de los más agitados de la historia española; la literatura no puede aislarse de los diversos movimientos políticos y sociales que se suceden uno tras otro. Sería difícil entender los diversos movimientos literarios de este siglo, si no tenemos en cuenta los acontecimientos políticos y sociales de la época. Situación de España. Acontecimientos político-sociales Movimientos literarios Período absolutista. - Al comenzar el siglo XIX, el emperador francés, Napoleón Bonaparte, invadió con su ejército nuestro país. Los españoles reaccionan y España se convierte en el escenario de una guerra, llamada guerra de la Independencia, que termina con la expulsión de los franceses. - Durante la guerra se reunieron las Cortes de Cádiz y elaboraron la Constitución de 1812, que concedía mayores derechos y libertades para el pueblo. Esto ocasionó duros enfrentamientos entre los partidarios de la reforma, llamados liberales, y los partidarios de que no se aplicara la Constitución, llamados absolutistas. A la cabeza de estos últimos se encontraba el propio rey, Fernando VII, que gobernaba con un poder totalmente absoluto. Restos del Neoclasicismo y Prerromanticismo. - A finales del siglo XVIII aparece una reacción contra el Neoclasicismo que se manifiestan en: · Expresión libre de los sentimientos del poeta. · Preferencia por los temas exóticos. · Libertad del autor frente a las rígidas normas que impone el Neoclasicismo. - El Prerromanticismo español, es representado por autores que, aunque primero pertenecieron al Neoclasicismo, al final de su vida inician una tendencia hacia este movimiento. Nicasio Álvarez Cienfuegos, Manuel José Quintana y Alberto Lista son nombres importantes. Período liberal. - Después de la muerte de Fernando VII, los liberales se ponen de parte de su hija Isabel, enfrentándose a los que querían como rey a Carlos, hermano de Fernando VII. Éste era partidario del absolutismo. Los enfrentamientos entre estos dos nuevos sectores se llamaron guerras carlistas. En este tiempo son los liberales los que tienen el poder e intentan llevar a cabo grandes reformas en el país. La más importante es la reforma agraria y el saneamiento de la economía. Romanticismo - El triunfo del Romanticismo en España tiene lugar con el estreno de la obra teatral del Duque de Rivas, La conjuración de Venecia en 1834, y Don Álvaro o La fuerza del sino en 1835. Su apogeo fue muy corto entre 1835 y 1840. - El Romanticismo se puede definir como un movimiento contra el Neoclasicismo, que da preferencia a los sentimientos. Período revolucionario y Restauración. - España se encuentra estancada a causa de las guerras carlistas y el progreso es nulo. Existe un descontento general entre los ciudadanos. El enfrentamiento constante entre los liberales y los conservadores crea inestabilidad política. En septiembre de 1868 se desencadena una revolución que pone fin al reinado de Isabel II. - Durante esta época se producen grandes tensiones: la clase obrera convoca grandes huelgas. España ofrece un espectáculo deplorable a causa de los continuos enfrentamientos. - La proclamación de Amadeo de Saboya como nuevo rey fracasa muy pronto al abandonar éste el país en 1873. Tampoco funciona la proclamación de la Primera República para calmar los enfrentamientos. La situación no cambió hasta 1874, en que se nombra al hijo de Isabel II, Alfonso XII, como rey de España; período conocido con el nombre de Restauración. Realismo y Naturalismo. - Frente al alejamiento de la realidad y subjetivismo romántico, surgen el Realismo y el Naturalismo. · El Realismo se caracteriza por la rigurosa observación de la vida cotidiana. · El Naturalismo es un movimiento derivado del anterior que pretende explicar científicamente el comportamiento del hombre. El desastre - Se cierra el siglo con un nuevo desastre. En 1898 se sublevan las colonias españolas de Cuba y Filipinas. Tras una penosa guerra, España pierde sus últimas posesiones en América. Modernismo y Generación del 98. - Son dos movimientos que reaccionan contra el Realismo y el Naturalismo. El primero se preocupa ante todo por el arte. El segundo pretende analizar las causas de la decadencia española y proponer soluciones a sus problemas.El movimiento romántico Este movimiento literario, que transcurre en la primera mitad del siglo XIX, se originó en Alemania e Inglaterra. Tras la muerte de Fernando VII, en 1833, los liberales que estaban exiliados regresaron con las ideas románticas que triunfarían en España. Contra el racionalismo francés del siglo anterior, que sometía al arte a reglas rígidas, el escritor romántico reacciona, expresando sus sentimientos. Las características más importantes son: Rebelión del individuo contra cualquier norma que la impida expresar sus propios sentimientos. Absoluta libertad en política, moral y arte. Mantienen una actitud idealista que no corresponde a la realidad que los rodea y los lleva a la rebeldía contra la patria, la sociedad e incluso contra Dios. Como consecuencia del enfrentamiento entre su espíritu idealista y la cruda realidad, se produce la desesperación y el desengaño. Si en el siglo anterior la verdad era igual a belleza, para el Romanticismo sólo la belleza es la verdad.  Técnicas literarias Los románticos toman como modelos los más apartados de los clásicos: la literatura medieval, el Romancero, la Biblia, el pasado histórico... La poesía Se revaloriza el romance, surgen nuevas estrofas y los poetas combinan a su gusto versos y estrofas. El teatro Se mezcla la prosa con el verso, lo trágico con lo cómico y desaparece de la obra de teatro todo afán didáctico o moralizador. Sólo se pretende conmover al espectador, provocándole entusiasmo, terror, espanto, tristeza...  Temática del Romanticismo El autor romántico, al hacer prevalecer los sentimientos sobre la razón, manifiesta libremente sus emociones más íntimas, dando prioridad a la melancolía y a la desesperación. La lírica será su género preferido. La naturaleza El romántico considera el paisaje como un elemento muy importante en su obra. Prefiere una naturaleza que conecte con sus sentimientos tumultuosos; por eso buscan paisajes agrestes, noches tormentosas, mar tempestuoso, ambientes nocturnos y sepulcrales, ruinas de castillos medievales... La naturaleza participa de los propios sentimientos del poeta y se convierte en una compañera con la que se comunica. Olas gigantes que os rompéis bramando en las playas desiertas y remotas, envuelto entre la sábana de espumas, ¡llevadme con vosotras! Ráfagas de huracán, que arrebatáis del alto bosque las marchitas hojas, arrastrando en el cielo torbellino, ¡llevadme con vosotras! Nubes de tempestad que rompe el rayo y en fuego ornáis las desprendidas orlas, arrebatado entre la niebla oscura, ¡llevadme con vosotras! Llevadme, por piedad, adonde el vértigo con la razón me arranque la memoria... ¡Por piedad!... ¡Tengo miedo de quedarme con mi dolor a solas! Gustavo A. Bécquer Lo lejano y lo exótico La poderosa imaginación del romántico choca con la realidad circundante. Como consecuencia de este choque, el poeta busca evasión en lo lejano. La Edad Media será fuente de inspiración para el arte y la literatura: renacen las leyendas medievales, los cuentos de hadas... Lo exótico se manifiesta en la atracción que sienten los románticos por la España musulmana y por la mitología nórdica, que sustituye a la mitología grecolatina. Resurgimiento de lo popular La vuelta a una época lejana supone el resurgimiento de la cultura medieval. El Romancero y las leyendas épicas son fuente de inspiración para la poesía y el teatro. El amor Se idealiza el amor hasta el punto de considerar a la mujer como un ser que lleva a Dios. El amor es considerado como un principio divino. A la par que esa mujer angelical, los románticos también ven a la mujer como un principio de perdición, como una fatalidad que destruye al hombre. Canto a Teresa (José de Espronceda) ¡Ay!, aquella mujer, tan sólo aquélla, tanto delirio a realizar alcanza, y esa mujer tan cándida y tan bella, es mentida ilusión de la esperanza es el alma que vívida destella su luz al mundo cuando en él se lanza, y el mundo con su magia y galanura es espejo no más de su hermosura. Es el amor que al mismo amor adora, el que creó las sílfides y ondinas, la sacra ninfa que bordando mora debajo de las aguas cristalinas; es el amor que recordando llora las arboledas del Edén divinas, amor de allí arrancado, allí nacido, que busca en vano aquí su bien perdido. ¡Oh llama santa! ¡Celestial anhelo! ¡Sentimiento purísimo! ¡Memoria acaso triste de un perdido cielo, quizá esperanza de futura gloria! ¡Huyes y dejas llanto y desconsuelo! ¡Oh mujer, que en imagen ilusoria, tan pura, tan feliz, tan placentera, brindó el amor a mi ilusión primera! La libertad La exaltación de la libertad del hombre frente a cualquier ley humana es un tema frecuente. El romántico siente una fuerte admiración por todos aquellos seres que están fuera de la ley (piratas, bandoleros, vagabundos), a los que considera como verdaderos símbolos de la libertad. La canción del pirata ( José de Espronceda) Con diez cañones por banda, viento en popa a toda vela, no corta el mar, sino vuela un velero bergantín; bajel pirata que llaman, por su bravura, el Temido, en todo el mar conocido del uno al otro confín. La luna en el mar ríela, en la lona gime el viento y alza en blando movimiento olas de plata y azul; y va el capitán pirata, cantando alegre en la popa, Asia a un lado, al otro Europa, y allá a su frente Estambul; -"Navega velero mío, sin temor, que ni enemigo navío, ni tormenta, ni bonanza, tu rumbo a torcer alcanza, ni a sujetar tu valor. Veinte presas hemos hecho a despecho del inglés y han rendido sus pendones cien naciones a mis pies. Que es mi barco mi tesoro que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria la mar. Allá muevan feroz guerra ciegos reyes por un palmo más de tierra, que yo tengo aquí por mío cuanto abarca el mar bravío, a quien nadie puso leyes. Y no hay playa sea cualquiera, ni bandera de esplendor, que no sienta mi derecho y dé pecho a mi valor. Que es mi barco mi tesoro que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria la mar. A la voz de ¡barco viene! es de ver cómo vira y se previene a todo trapo a escapar: que yo soy el rey del mar, y mi furia es de temer. En las presas yo divido lo cogido por igual: sólo quiero por riqueza la belleza sin rival. Que es mi barco mi tesoro que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria la mar. ¡Sentenciado estoy a muerte! yo me río; no me abandone la suerte, y al mismo que me condena, colgaré de alguna antena quizá en su propio navío. Y si caigo, ¿qué es la vida? Por perdida ya la di, cuando el yugo del esclavo como un bravo sacudí. Que es mi barco mi tesoro que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria la mar. Son mi música mejor aquilones el estrépito y temblor de los cables sacudidos, del negro mar los bramidos y el rugir de mis cañones. Y del trueno al son violento, y del viento al rebramar, yo me duermo sosegado arrullado por el mar. Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria la mar.   El teatro en el Romanticismo El Romanticismo, con su imaginación, logra despertar el interés por el teatro al estrenarse en 1835 Don Álvaro, del Duque de Rivas. El mayor éxito del teatro romántico lo alcanzó la obra Don Juan Tenorio, de José Zorrilla, en 1844. Características Desaparecen las rígidas normas neoclásicas. Los escenarios son muy variados y el tiempo se acorta o se alarga a gusto del autor. Temas. Preferencia por los temas legendarios, caballerescos o de la historia nacional. Técnicas. Aumenta el número de actores y se mezcla la prosa y el verso. El tono de la obra es vibrante. Abundan las escenas violentas, duelos, suicidios, muertes, ambientes sepulcrales... Autores El Duque de Rivas Ángel García de Saavedra nació en Córdoba en 1791 y murió en Madrid en 1865. Fue una figura importante en la política y la literatura de su tiempo. Estuvo exiliado en Inglaterra durante el reinado de Fernando VII. Al regresar a España ocupó varios cargos políticos y fue director de la Real Academia de la Lengua. Escribió la obra Don Álvaro o la fuerza del sino, primer drama romántico que triunfó en España. En 1841 publicó sus Romances históricos, en los que recrea una serie de leyendas y personajes de nuestro pasado histórico. Utiliza un lenguaje sobrio y seguro con el que consigue descripciones exactas de personajes, atuendos y ambientes. Un castellano leal (Fragmento) "Soy, señor, vuestro vasallo, vos sois mi rey en la tierra; a vos ordenar os cumple de mi vida y de mi hacienda. Vuestro soy, vuestra mi casa, de mí disponed y de ella, pero no toquéis mi honra, y respetad mi conciencia. Mi casa Borbón ocupe puesto que es voluntad vuestra; contamine sus paredes, sus blasones envilezca, que a mí me sobra en Toledo donde vivir, sin que tenga que rozarme con traidores cuyo solo aliento infesta. Y en cuanto él deje mi casa, antes de tornar yo a ella, purificaré con fuego sus paredes y sus puertas." Muy pocos días el duque hizo mansión en Toledo del noble conde ocupado los honrados aposentos. Y la noche en que el palacio dejó vacío, partiendo con su séquito y sus pajes orgulloso y satisfecho, turbó la apacible luna un vapor blanco y espeso que de las altas techumbres se iba elevando y creciendo. Resonaron las campanas, conmovióse todo el pueblo, de Benavente, el palacio, presa de las llamas viendo. Aún hoy, unos viejos muros, del humo y las llamas negros, recuerdan acción tan grande en la famosa Toledo. José Zorrilla Nació en Valladolid en 1817 y murió en Madrid en 1893. Durante los años pasados en el colegio se dedicó a leer a los grandes escritores románticos europeos. Al mismo tiempo intervenía en las representaciones teatrales del centro. A los doce años comenzó a escribir versos. A los veinte años leyó unos versos en el entierro de Larra, con lo que se dio a conocer como poeta ante un público formado por los mejores escritores del momento. Fue miembro de la Real Academia de la Lengua y reconocido oficialmente como un gran poeta. Zorrilla utiliza temas de la historia nacional. Sus obras teatrales presentan los rasgos propios del drama romántico y nadie como él es capaz de construir la obra teatral ni interesar tanto al público. Zorrilla escribe exclusivamente en verso. Su versificación es sonora, brillante, ágil e impactante. Escribió la obra mas representativa del teatro romántico y la más representada en los teatros: Don Juan Tenorio; famoso aventurero y conquistador de mujeres. Don Juan Tenorio (José Zorrilla) Don Juan Desde una princesa real a la hija de un pescador, ha recorrido mi amor toda la escala social. ¿Tenéis algo que tachar? Don Luis Sólo una os falta en justicia. Don Juan ¿Me la podéis señalar? Don Luis Sí, por cierto; una novicia que esté para profesar. Don Juan ¡Bah! Pues yo os complaceré doblemente, porque os digo que a la novicia uniré la dama de algún amigo que para casarse esté. Don Luis ¡Pardiez, que sois atrevido! Don Juan Yo os lo apuesto si queréis. Don Luis Digo que acepto el partido; para darlo por perdido, ¿queréis veinte días? Don Juan Partid los días del año entre las que ahí encontráis. Uno para enamorarlas, otro para conseguirlas, otro para abandonarlas, dos para sustituirlas y una hora para olvidarlas. Pero la verdad a hablaros, pedir más no se me antoja, y pues que vais a casaros, mañana pienso quitaros a doña Ana de Pantoja. Don Luis Don Juan, ¿qué es lo que decís? Don Juan Don Luis, lo que oído habéis.   La prosa en el Romanticismo La prosa durante el Romanticismo se centró sobre todo en la novela y en los artículos periodísticos. La novela histórica trata temas legendarios medievales que son reconstruidos con la mayor veracidad posible. Los románticos, para hacer triunfar sus ideas, solían reunirse en algún café donde intercambiaban sus opiniones. El medio más eficaz para difundirlas en aquella época era el periódico. Se esforzaron en fundar revistas y periódicos en los que exponían sus ideas y combatían a los neoclásicos. Autores Enrique Gil y Carrasco Nació en Villafranca del Bierzo (León) en 1815. Estudió en Ponferrada, Astorga y Derecho en la Universidad de Valladolid. En 1836 se instaló en Madrid donde conoció y entabló amistad con Espronceda y otros escritores románticos. Publicó sus escritos en varios periódicos madrileños. A partir de 1844 trabajó como diplomático en Alemania. Murió en Berlín en 1846 de tuberculosis. Escribió poemas llenos de melancolía pero es más conocido como el autor de la novela histórica más importante del Romanticismo: El señor de Bembibre. En esta novela, Enrique Gil y Carrasco recrea en forma novelada un episodio de la historia: la caída de la poderosa Orden Caballeresca de los Templarios. Los caballeros del Temple habían tenido varias posesiones en la comarca del Bierzo. En la obra se mezcla una patética historia de amor con la narración de los difíciles años del final de la Orden y con la descripción del bello paisaje del Norte de León. El señor de Bembibre (Enrique Gil y Carrasco) Don Álvaro, señor de Bembibre, familia del Maestre de los templarios castellanos, está enamorado de la hermosa doña Beatriz. A pesar de la oposición de la familia los jóvenes se prometen amor eterno. Beatriz se ve obligada a casarse con el conde de Lemus, enemigo del Temple. Don Álvaro, despechado, ingresa en la Orden y lucha contra los ejércitos del conde de Lemus. Una vez muerto el conde y destruida la Orden, don Álvaro de casa con doña Beatriz en el lecho de muerte de la chica. Estaba poniéndose el sol detrás de las montañas que parten términos entre el Bierzo y Galicia. Doña Beatriz clavaba sus ojos errantes y empañados de lágrimas, ora en los celajes del ocaso, ora en los árboles del soto, ora en el suelo, y don Álvaro, fijos los suyos en ella, de hito en hito, seguía con ansia todos sus movimientos. Ambos jóvenes estaban en un embarazo doloroso, sin atreverse a romper el silencio. Se amaban con toda la profundidad de un sentimiento nuevo, generoso y delicado, pero nunca se lo habían confesado. Los afectos verdaderos tienen un pudor y reserva característicos, como si el lenguaje hubiera de quitarles su brillo y limpieza. Esto cabalmente es lo que había sucedido con don Álvaro y doña Beatriz, que, embebecidos en su dicha; ni habían pronunciado la palabra amor. Y, sin embargo, esta dicha parecía irse con el sol que se ocultaba detrás del horizonte, y era preciso apartar de delante de los ojos aquel prisma falaz que hasta entonces les había presentado la vida como un delicioso jardín. Don Álvaro, como era natural, fue el primero que habló: -¿No me diréis, señora -preguntó con voz grave y melancólica-, qué da a entender el retraimiento de vuestro padre y mi señor para conmigo? ¿Será verdad lo que mi corazón me está presagiando desde que han empezado a correr ciertos ponzoñosos rumores sobre el conde de Lemus? ¿De cierto, de cierto pensarían en apartarme de vos? -continuó, poniéndose en pie con un movimiento muy rápido. Doña Beatriz cerró los ojos y no respondió Mariano José de Larra Nació en Madrid en 1809. Su padre era un médico de ideas afrancesadas que había trabajado en la corte de José Bonaparte. Al regreso de Fernando VII toda la familia se exilió a Francia. Mariano José paso toda su infancia y adolescencia en Burdeos, donde recibió una sólida formación intelectual, liberal y progresista. En 1818 regresó a España y estudió en Madrid y Valladolid. A los 19 años comenzó a escribir artículos en los periódicos. Llegó a ser el periodista más cotizado y temido de su tiempo, a pesar de su juventud. Se casó a los 20 años, pero su matrimonio fue un fracaso y pronto se separó de su mujer. Fue un hombre culto y refinado, de temperamento apasionado, que tenía que chocar con el ambiente mezquino de la sociedad en la que vivía. Los desengaños personales unidos a los problemas políticos y sociales de la patria para los que no veía solución, acentuaron su pesimismo innato y su desesperación. Por todo ello se suicidó a los 28 años pegándose un tiro en la sien ante un espejo. Escribió algunos poemas, una novela histórica y una tragedia romántica; pero debe su fama a los artículos que publicó en los periódicos de su época: Vuelva usted mañana, en el que satiriza la pereza y la burocracia española; Casarse pronto y mal, en el que critica la vida familiar siendo un reflejo de su triste experiencia matrimonial; El día de difuntos de 1836, donde ataca diversos aspectos de la política nacional.   Casarse pronto y mal (Mariano José de Larra) En este artículo, Larra analiza las causas del fracaso matrimonial de dos jóvenes que han recibido una educación inadecuada. APUROS DE RECIÉN CASADOS Así como tengo aquel sobrino de quien hablé en mi cuarto número, tenía otro también, no hace mucho tiempo, que en esto suele venir a parar el tener hermanos. Éste era hijo de una hermana la cual había recibido aquella educación que se daba en España no hace ningún siglo, es decir, que en casa se rezaba diariamente el rosario, se leía la vida del santo, se oía misa todos los días, se trabajaba los de labor, se paseaba sólo las tardes de los de guardar, se velaba hasta las diez, se estrenaba vestido el Domingo de Ramos, se cuidaba de que no anduviesen las niñas balconeando, y andaba siempre señor padre, que entonces no se llamaba papá, con la mano más besada que reliquia vieja, y registrando los rincones de la casa, temeroso de que la muchacha, ayudada de su cuyo, no hubiese nunca a las manos ningún libro de los prohibidos, ni menos aquellas novelas que, como solía decir, a pretexto de inclinar a la virtud, enseñan desnudo el vicio. No diremos que esta educación fuese mejor ni peor que la del día; sólo sabemos que vinieron los franceses, y como aquella buena o mala educación no estribaba en mi hermana en principios ciertos, sino en la rutina y en la opresión doméstica de aquellos terribles padres del siglo pasado, no fue necesaria mucha comunicación con algunos oficiales de la guardia imperial para echar de ver que si aquel modo de vivir era sencillo y arreglado, no era sin embargo el más divertido. ¿Qué motivo habrá, efectivamente, que nos persuada que debemos en esta corta vida pasarlo mal, pudiendo pasarlo mejor? Aficionóse mi hermana a las costumbres francesas, y ya no fue el pan pan y el vino vino: casóse, y siguiendo en la famosa jornada de Vitoria la suerte del tuerto Pepe Botella, que tenía dos ojos muy hermosos y nunca bebía vino, emigró a Francia. Excusado es decir que adoptó mi hermana las ideas del siglo: pero como esta segunda educación tenía tan malos cimientos como la primera y comoquiera que esta débil humanidad nunca sepa detenerse en el justo medio, pasó del Año Cristiano a Pigault Lebrun, y se dejó de misas y devociones, sin saber más ahora porque las dejaba que antes porque las tenía. Dijo que el muchacho se había de educar como convenía; que podía leer sin orden ni método cuanto libro le viniese a las manos, y qué sé yo qué más cosas decía de la ignorancia y del fanatismo, de las luces y de la ilustración, añadiendo que la religión era un convenio social en que sólo los tontos entraban de buena fe, y del cual el muchacho no necesitaba para mantenerse bueno; que padre y madre eran cosa de brutos, y que a papá y mamá se les debía de tratar de tú porque no hay amistad que iguale a la que une a los padres con los hijos (salvo algunos secretos que guardarán siempre los segundos de los primeros, y algunos soplamocos que darán siempre los primeros a los segundos): verdades todas que respeto tanto o más que las del siglo pasado, porque cada siglo tiene sus verdades, como cada hombre tiene su cara.   La poesía en el Romanticismo   Características: Evasión de la realidad, refugiándose en un mundo de ensueño y fantasía. Búsqueda de paisajes exóticos y lejanos, situando las obras en épocas lejanas, Edad Media preferentemente. Libre manifestación de sus sentimientos íntimos, especialmente la melancolía, tristeza, desesperación, soledad y amor perdido. Intención de conmover al lector y provocarle sentimientos de dolor, tristeza y pesimismo. Se utiliza de nuevo el romance y nuevas combinaciones métricas. Poetas románticos José de Espronceda Nació en Almendralejo (Badajoz) en 1808. Estudió en Madrid y era de temperamento impulsivo. Siendo muy joven aún perteneció a una sociedad secreta llamada los Numantinos, que intentaba derrocar el régimen de Fernando VII. Descubierto, fue encerrado en un convento y más tarde huyó a Portugal. En este país se enamoró de Teresa Mancha a la que siguió hasta Londres. Atraído por la política, participó en la revolución francesa de 1830. Mientras tanto Teresa se había casado y, al enterarse Espronceda, la raptó y regresó con ella a España, donde llegó a ser diputado. Teresa se separó de él, aunque consiguió atraerla de nuevo. Poco más tarde volvió a dejarlo y murió en 1839. Cuando el poeta comenzaba a calmar sus ardores juveniles y empezaba a ordenar su vida iniciando una brillante carrera literaria, política y diplomática, y a punto de casarse, murió a los treinta y cuatro años de edad, en 1842. Escribió teatro (Blanca de Borbón) y novela (Sancho Saldaña); pero destacó más en poesía, escribiendo: - El diablo mundo. El protagonista, Adán, es un personaje fantástico que, al enfrentarse con la realidad, va sufriendo grandes desengaños. - El estudiante de Salamanca. Es una obra que tiene dos mil versos. El protagonista, don Félix Montemar, abandona a su amada Elvira y ésta muere de pena. Una noche Elvira se le aparece y don Félix, en una visión, contempla su propio entierro. La canción del pirata. Poema muy conocido, lleno de brío en el que canta la libertad individual. El ritmo de sus versos es rápido y alegre, y podría sugerir el movimiento del barco sobre el mar. Canto a Teresa (José de Espronceda) A continuación puedes leer un fragmento del Canto a Teresa, que pertenece al extenso poema El diablo mundo. El Canto a Teresa está compuesto por 44 octavas reales y es una elegía por la muerte de la mujer a la que amó tan apasionadamente el poeta en su  juventud. DESCANSA EN PAZ Bueno es el mundo. ¡Bueno!, ¡bueno!, ¡bueno! Como de Dios al fin obra maestra, por todas partes de delicias lleno, de que Dios ama al hombre hermosa muestra. Salga la voz alegre de mi seno a celebrar esta vivienda nuestra; ¡paz a los hombres!, ¡gloria en las alturas! ¡Cantad en vuestra jaula, criaturas! (María, por don Miguel de los Santos Álvarez.) ¿Por qué volvéis a la memoria mía, tristes recuerdos del placer perdido, a aumentar la ansiedad y la agonía de este desierto corazón herido? ¡Ay! que de aquellas horas de alegría le quedó al corazón sólo un gemido, y el llanto que al dolor los ojos niegan lágrimas son de hiel que el alma anegan. ¿Dónde volaron ¡ay! aquellas horas de juventud, de amor y de ventura, regaladas de músicas sonoras, adornadas de luz y de hermosura? Imágenes de oro bullidoras, sus alas de carmín y nieve pura, al sol de mi esperanza desplegando, pasaban ¡ay! a mi alredor cantando. Gorjeaban los dulces ruiseñores, el sol iluminaba mi alegría, el aura susurraba entre las flores, el bosque mansamente respondía, las fuentes murmuraban sus amores. ¡Ilusiones que llora el alma mía! ¡Oh, cuán süave resonó en mi oído el bullicio del mundo y su rüido! ¡Oh llama santa! ¡celestial anhelo! ¡sentimiento purísimo! ¡memoria acaso triste de un perdido cielo, quizá esperanza de futura gloria! ¡huyes y dejas llanto y desconsuelo! ¡Oh mujer que en imagen ilusoria tan pura, tan feliz, tan placentera brindó el amor a mi ilusión primera!... ¡Oh Teresa! ¡Oh dolor! ¡Lágrimas mías, ¡ah!, ¿dónde estáis que no corréis a mares? ¿Por qué, por qué como en mejores días, no consoláis vosotras mis pesares? ¡Oh!, los que no sabéis las agonías de un corazón que penas a millares ¡ay! desgarraron y que ya no llora, ¡piedad tened de mi tormento ahora! ¡Oh dichosos mil veces, sí, dichosos los que podéis llorar! y ¡ay! sin ventura de mí, que entre suspiros angustiosos ahogar me siento en infernal tortura. ¡Retuércese entre nudos dolorosos mi corazón, gimiendo de amargura!... También tu corazón, hecho pavesa, ¡ay! llegó a no llorar, ¡pobre Teresa! ¿Quién pensara jamás, Teresa mía, que fuera eterno manantial de llanto tanto inocente amor, tanta alegría, tantas delicias y delirio tanto? ¿Quién pensara jamás llegase un día en que, perdido el celestial encanto y caída la venda de los ojos, cuanto diera placer causara enojos? Gustavo Adolfo Bécquer Nació en Sevilla en 1836 y quedó huérfano muy pronto. Era sensible, introvertido y soñador, de salud poco fuerte y preocupado siempre por sus problemas económicos. A los 18 años se trasladó a Madrid donde vivió de sus colaboraciones con periódicos y revistas. Llegó a tener un importante cargo en la Administración, pero la tuberculosis hizo que se fuera a reponer al castillo de Veruela. Su matrimonio fue un fracaso, y sus méritos como poeta sólo fueron reconocidos durante su vida por un pequeño grupo de amigos, que reunieron sus poemas y los publicaron a raíz de su muerte. La tuberculosis venció a su vida en el año 1870. Con el Modernismo llega el reconocimiento de su gran valor, que va aumentando cada día hasta ser considerado como el verdadero precursor de la poesía moderna. A través de un lenguaje natural, simple, fluido, Bécquer nos comunica su intimidad: sus anhelos, sus ensueños, su melancolía, su alegría, su insatisfacción. Sus poemas son muy breves y su rima, por lo general, asonante. Su poesía en apariencia sencilla y humilde es el resultado de un gran esfuerzo de concentración constante, de eliminación de todo lo innecesario, hasta llegar a la palabra justa y sincera que expresa un mundo poético rico y profundo. Obra poética Está recogida en un libro titulado Rimas. Un conjunto de poemas breves, de métrica variada con rima asonante casi siempre. Los temas son variados: El amor, la mujer y la poesía. Exaltación del amor y la belleza femenina. Desengaño, desilusión y dolor. ¿Qué es poesía?, dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul. ¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas? Poesía... eres tú. Cuando sobre el pecho inclinas la melancólica frente, una azucena tronchada me pareces. Porque al darte la pureza de que es símbolo celeste, como a ella te hizo Dios de oro y nieve. Al brillar de un relámpago nacemos, y aún dura su fulgor cuando morimos, ¡tan corto es el vivir! La gloria y el amor tras que corremos, sombras de un sueño son que perseguimos. ¡Despertar es morir! Obra en prosa - Las leyendas. Son relatos en los que se mezcla lo exótico, lo misterioso y el ensueño. Son famosas las leyendas: Maese Pérez el organista, El Rayo de Luna, El Miserere, El beso, etc. - Cartas desde mi celda. Las escribió en la época que estuvo en Veruela (Zaragoza) reponiéndose de su enfermedad; en ellas nos cuenta sus impresiones, mezcladas con leyendas. El rayo de Luna (Gustavo Adolfo Bécquer) A continuación ves un fragmento de la leyenda cuyo argumento es muy simple: Un joven llamado Manrique cree ver, en una noche de luna, algo blanco que se agita entre los árboles. Su imaginación construye una bella fantasía y cree haber visto el borde de un vestido blanco de mujer. Durante varias noches persigue a la bella e imaginada desconocida. Al final descubre que la cosa "blanca, ligera, flotante" era... Sobre el Duero, que pasa lamiendo las carcomidas y oscuras piedras de las murallas de Soria, hay un puente que conduce de la ciudad al antiguo convento de los Templarios, cuyas posesiones se extendían a lo largo de la opuesta margen del río. En la época a que nos referimos, los caballeros de la Orden habían ya abandonado sus históricas fortalezas; pero aún quedaban en pie restos de los anchos torreones de sus muros; aún se veían, como en parte se ven hoy, cubiertos de hiedra y campanillas blancas, los macizos arcos de su claustro, las prolongadas galerías ojivales de sus patios de armas, en las que suspiraba el viento con un gemido, agitando las altas hierbas. En los huertos y en los jardines, cuyos senderos no hollaban hacía muchos años las plantas de los religiosos, la vegetación, abandonada de sí misma, desplegaba todas sus galas, sin temor de que la mano del hombre la mutilase, creyendo embellecerla. Las plantas trepadoras subían encaramándose por los añosos troncos de los árboles; y las sombrías calles de álamos, cuyas copas se tocaban y se confundían entre sí, se había cubierto de césped; los cardos silvestres y las ortigas brotaban en medio de los enarenados caminos, y en los trozos de fábrica próximos a desplomarse, el jaramago, flotando al viento como el penacho de una cimera, y las campanillas blancas y azules, balanceándose como en un columpio sobre sus largos y flexibles tallos, pregonaban la victoria de la destrucción y la ruina. Era de noche; una noche de verano, templada, llena de perfumes y de rumores apacibles, y con una luna blanca y serena en mitad de un cielo azul, luminoso y transparente. Manrique, presa su imaginación de un vértigo de poesía, después de atravesar el puente, desde donde contempló un momento la negra silueta de la ciudad que se destacaba sobre el fondo de algunas nubes blanquecinas y ligeras arrolladas en el horizonte, se internó en las desiertas ruinas de los Templarios. La medianoche tocaba a su punto. La luna, que se había ido remontando lentamente, estaba ya en lo más alto del cielo, cuando al entrar en una oscura alameda que conducía desde el derruido claustro a la margen del Duero, Manrique exhaló un grito, un grito leve y ahogado, mezcla extraña de sorpresa, de temor y de júbilo. En el fondo de la sombría alameda había visto agitarse una cosa blanca que flotó un momento y desapareció en la oscuridad. La orla del traje de una mujer, de una mujer que había cruzado el sendero y se ocultaba entre el follaje, en el mismo instante en que el loco soñador de quimeras o imposibles penetraba en los jardines. -¡Una mujer desconocida!... ¡En este sitio!... ¡A estas horas! Ésa, ésa es la mujer que yo busco -exclamó Manrique-, y se lanzó en su seguimiento, rápido como una saeta. Rosalía de Castro Nació en Santiago de Compostela en 1837. Pasó su infancia en una casa de campo de Iria Flavia, término municipal de Padrón, con una familia de campesinos, pues era hija ilegítima de una dama de Santiago. Éste hecho, descubierto a través de rumores y comentarios confusos, hizo infeliz su infancia y volvió su temperamento triste, amargo y melancólico para siempre. En 1885 murió de cáncer y fue enterrada en Iria Flavia y posteriormente trasladados sus restos a una iglesia de Santiago de Compostela. Escribió algunas novelas y dos primeros libros de poesía; pero si figura como una de las mejores poetisas de nuestra literatura es por tres libros de versos, dos escritos en gallego: Cantares gallegos y Follas novas (Hojas nuevas); y uno en castellano: En las orillas del Sar. En "Cantares gallegos" y "Follas novas", escritos fuera de Galicia a raíz de su matrimonio, expresa la nostalgia por su tierra. Su libro de poemas "En las orillas del Sar", es un libro atormentado en el que expresa sus ideas sobre el amor, el dolor, la injusticia y la muerte. A la Felicidad Hojas nuevas Yo no sé lo que busco eternamente en la tierra, en el aire y en el cielo; yo no sé lo que busco; pero es algo que perdí no sé cuándo y que no encuentro, aun cuando sueñe que invisible habita en todo cuanto toco y cuanto veo. Felicidad, no he de volver a hallarte en la tierra, en el aire, ni en el cielo, ¡aun cuando sé que existes y no eres vano sueño! Una vez tuve un clavo clavado en el corazón, y yo no me acuerdo si era aquel clavo de oro, de hierro o de amor. Sólo sé que me produjo un mal tan hondo, que tanto me atormentó, que día y noche sin cesar lloraba como lloró Magdalena en la Pasión. "Señor que todo lo puedes -le pedí una vez a Dios- dame valor para arrancar de un golpe clavo de tal condición." Y diómelo Dios y lo arranqué, pero... ¿quién lo imaginara?... Después ya no sentí más tormentos ni supe lo que era dolor; supe tan sólo que no sé qué me faltaba en donde el clavo faltó, y me parece... me parece que tuve añoranza de aquella pena... ¡Buen Dios! Este barro mortal que envuelve el espíritu, ¿quién lo entenderá, ¿Señor?  

El Neoclasicismo  Al siglo XVIII se le conoce como el Siglo de las luces porque el hombre rechaza todo aquello que le sea impuesto y sólo admite lo que le llega a través de la luz de su razón.  La razón es la norma con la que se valoran todas las manifestaciones humanas. Como consecuencia, aparece en Europa a principios de siglo un grupo de pensadores con un espíritu científico que toman la experimentación como método para adquirir el conocimiento sin temor a equivocarse. Este movimiento recibe el nombre de Ilustración.  Los ilustrados, para llegar a la verdad científica, comienzan a dudar de todo. La duda es el método para descubrir la verdad.  Las ideas de los ilustrados llegan a nuestro país a través de dos vías principales:  La difusión de libros franceses traducidos al castellano. La aparición de los periódicos, donde los ilustrados exponen sus ideas y opiniones.   Situación de España. ·      Situación político-social                   En España, el siglo XVIII comienza con el estreno de la casa real borbónica procedente de Francia. La nueva dinastía favorece e impulsa la penetración de la cultura de la Ilustración francesa y logra que nuestro país se incorpore a la política y cultura europeas. El Neoclasicismo, por lo tanto es de influencia francesa. Pronto comienzan las reformas de los ilustrados. España, a principios del siglo XVIII estaba muy alejada de Europa. La sociedad estaba dividida en clases bastante rígidas (aristocracia, clero, labradores, criados, mendigos...); pero al mejorar las condiciones de vida, aumenta la población y aparece una nueva clase social: la burguesía. Durante el reinado de Carlos III de realizan importantes reformas que consiguen mejorar el país.   ·      Situación cultural La influencia cultural de la Ilustración francesa llega a través de la Corte Real; los monarcas se convierten en protectores de las Artes y de las Letras. Reflejo de esta preocupación cultural son las numerosas instituciones que, a imitación francesa, se crean en nuestro país durante el Siglo de las luces: - Real Academia Española. Inaugurada por Felipe V en 1713. Su primer presidente fue el Marqués de Villena, don Juan Manuel Martínez Pacheco. La finalidad de la Academia es velar por la pureza del idioma; de ahí que su lema sea "Limpia, fija y da esplendor". Actualmente los académicos se reúnen todos los jueves y entre las publicaciones más importantes se encuentran: la Gramática, la Ortografía y el Diccionario.   - Biblioteca Nacional. Fue fundada en 1712 por Felipe V, con libros de antiguas bibliotecas y colecciones que el rey trajo de Francia. La Biblioteca recibe un ejemplar de todos los libros que se publican en España. - También se fundaron en este siglo la Real Academia de la Historia, el Jardín Botánico y el Museo del Prado.   La literatura en el siglo XVIII  Se considera a los escritores griegos y latinos como modelos a imitar. Es un retorno a los clásicos grecolatinos; ese es el origen de la palabra Neoclasicismo.  El Neoclasicismo da preferencia a la razón frente a los sentimientos, impone reglas a las que se deben ajustar las obras literarias. Como consecuencia de lo anterior se abandonó bastante la producción lírica.  Se rechaza lo imaginativo y lo fantástico, ya que no se escribía para entretener, sino para educar. La literatura neoclásica tiene un marcado carácter crítico, didáctico y moralizador. Se pueden distinguir tres etapas o movimientos estéticos que se suceden en el siglo XVIII:  Reacción contra el Barroco. En la primera mitad del siglo se deja notar la influencia del Neoclasicismo francés. La producción literaria es escasa. Predomina el ensayo y la crítica. Como autores destacan Fray Benito Jerónimo Feijoo y Francisco Isla. Triunfo del Neoclasicismo. Los escritores aceptan plenamente las normas neoclásicas y la literatura se somete al imperio de la razón. La producción literaria es escasa: apenas se escriben novelas, la poesía no ofrece ningún interés y muy pocas obras de teatro tuvieron éxito. Esta etapa ocupa desde mediados del siglo hasta las últimas décadas. Autores importantes de esta etapa fueron José Cadalso, Gaspar Melchor de Jovellanos, Juan Meléndez Valdés, Leandro Fernández de Moratín, Félix María Samaniego y Tomás de Iriarte. Prerromanticismo. A finales de siglo comienza un movimiento de rechazo hacia las rígidas normas neoclásicas que traerá a principios del siglo XIX el Romanticismo. Nicasio Álvarez Cienfuegos, Manuel José Quintana y Alberto Lista son representantes de esta etapa.  La poesía neoclásica  Por considerarse de mal gusto expresar sentimientos, los poetas de este movimiento adoptan dos temas: el bucólico o pastoril y la fábula.  Poesía bucólica o pastoril En este tipo de poesía se ensalza la naturaleza. Destaca Juan Meléndez Valdés.  Juan Meléndez Valdés Nació en 1754 en Extremadura y cursó sus estudios en Salamanca, donde fue catedrático de Humanidades. Conoció a Cadalso y a Jovellanos quienes pusieron a su alcance las ideas ilustradas e hicieron de guía en su labor de escritor. Colaboró con el gobierno de José Bonaparte, por lo que se tuvo que exiliar a Francia tras la guerra de la Independencia. Murió en Francia en 1817.  Aunque no fue original en sus temas, sabe dar a sus versos un ritmo alegre y suelto. Destacó con obras de tema amoroso en las que ensalza la vida bucólica. Es el autor de una égloga (poema de tipo amoroso puesto en boca de pastores) titulada Batido, nombre que utilizó el poeta como seudónimo.  Rosana en los fuegos A continuación puedes leer un fragmento de un romance de ambiente pastoril. Zagalas y pastores salen a encender las hogueras de Pascua. Esto sirve al poeta para hacer un juego de imágenes con el fuego de las hogueras y el fuego del amor. Del sol llevaba la lumbre, y la alegría del alba, en sus celestiales ojos la hermosísima Rosana, una noche que a los fuegos salió, la fiesta de Pascua, para abrasar todo el valle en mil amorosas ansias. Por doquiera que camina                lleva tras sí la mañana, y donde se vuelve rinde la libertad de mil almas. El céfiro la acaricia y mansamente la halaga, los Amores la rodean y las Gracias la acompañan. Y ella, así como en el valle descuella la altiva palma                 cuando sus verdes pimpollos hasta las nubes levanta, o cual vid de fruto llena que con el olmo se abraza y sus vástagos extiende al arbitrio de las ramas; así entre sus compañeras el nevado cuello alza, sobresaliendo entre todas cual fresca rosa entre zarzas.   ·      La fábula En el siglo XVIII también se cultivó la fábula con el objetivo de ofrecer al lector consejos y enseñanzas morales puestas en boca de animales. Grandes fabulistas fueron Iriarte y Samaniego.   Ø  Tomás de Iriarte Nació en La Orotava (Tenerife) en 1750 y murió en Madrid en 1791. Fue traductor de la primera secretaría de Estado y archivero del Supremo Consejo de la Guerra. Además de las fábulas literarias escribió muchas otras obras e hizo bastantes traducciones del francés. También fue compositor. Utiliza sus fábulas para dictar normas que logren un buen estilo literario.   Ø  El burro flautista Es famosa su fábula titulada El burro flautista. Un burro se acerca a una flauta y, al olerla, ésta suena, lo que hace pensar al animal que sabe tocarla; entonces el autor saca la moraleja: sin reglas del arte, el que acierta en algo, acierta por casualidad. Sin reglas de arte, el que en algo acierta, acierta por casualidad. Esta fabulilla, salga bien o mal, me ha ocurrido ahora por casualidad.   Cerca de unos prados que hay en mi lugar, pasaba un Borrico por casualidad. Una flauta en ellos halló, que un zagal se dejó olvidada por casualidad.   Acercóse a olerla el dicho animal, y dio un resoplido por casualidad. En la flauta el aire se hubo de colar, y sonó la flauta por casualidad.   "¡Oh! -dijo el Borrico-: ¡Qué bien sé tocar! ¡Y dirán que es mala la música asnal!" Sin reglas del arte, borriquitos hay que una vez aciertan por casualidad.   Félix María Samaniego Nació en Laguardia (Álava) en 1745 y murió en el mismo pueblo en 1801. Estudió en Valladolid y viajó por Francia, cuya influencia se advierte en la única obra por la que lo conocemos: las Fábulas morales, 157 fábulas distribuidas en 9 libros, escritas para los alumnos del seminario de Vergara.  Samaniego ridiculiza los defectos humanos en sus fábulas, imitando a los grandes fabulistas Fedro, Esopo y La Fontaine. Aunque las fábulas de Samaniego están escritas en verso, su carácter es prosaico, dados los asuntos que trata y su finalidad didáctica.   Ø  La Cigarra y la Hormiga Una de las más famosas fábulas de Samaniego. Está escrita en heptasílabos. Pero vea el lector a la cigarra como un personaje y no se juzgue al animal por estos hechos; pues en el campo nunca pediría comida a la hormiga cuyos gustos alimenticios no comparte. Cantando la Cigarra pasó el verano entero, sin hacer provisiones allá para el invierno; los fríos la obligaron a guardar el silencio y a acogerse al abrigo de su estrecho aposento. Viose desproveída del preciso sustento: sin mosca, sin gusano, sin trigo y sin centeno. Habitaba la hormiga allí tabique en medio, y con mil expresiones     de atención y respeto le dijo: "Doña hormiga, pues que en vuestro granero sobran las provisiones para vuestro alimento, prestad alguna cosa con que viva este invierno esta triste Cigarra, que, alegre en otro tiempo, nunca conoció el daño, nunca supo temerlo. No dudéis en prestarme; que fielmente prometo pagaros con ganancias, por el nombre que tengo."            La codiciosa Hormiga respondió con denuedo, ocultando a la espalda las llaves del granero: "¡Yo prestar lo que gano con un trabajo inmenso! dime, pues, holgazana, ¿qué has hecho en el buen tiempo?" "Yo, dijo la Cigarra, a todo pasajero cantaba alegremente, sin cesar ni un momento." "¡Hola!, ¿conque cantabas cuando yo andaba al remo? Pues ahora que yo como, baila, pese a tu cuerpo." La prosa en el Neoclasicismo   ·      Reacción contra el Barroco Durante la primera mitad del siglo se produce la reacción contra el Barroco y la toma de contacto con los movimientos neoclásicos franceses. La producción literaria es escasa y predomina la prosa en forma de crítica y ensayo.  Fray Benito Jerónimo Feijoo El Padre Feijoo nació en Orense en 1676 y vivió casi siempre en Oviedo donde fue catedrático de Teología. Fue monje benedictino y se dedicó al estudio y a la enseñanza.  Su obra es fundamentalmente didáctica, ya que está encaminada a poner de manifiesto la verdad y atacar el error. De acuerdo con el espíritu ilustrado de la época, se propuso enseñar al pueblo y para ello criticó todas sus supersticiones, sus falsas ideas, sus costumbres rutinarias, etc. Intentó difundir en España las novedades de la cultura europea, que era en ese siglo muy superior a la nuestra.  Era progresista, amante de la razón y recomendaba calurosamente el estudio de las ciencias experimentales. Su tarea de divulgador de la ciencia y de la cultura contribuyó en gran medida a elevar el nivel cultural de la época.  Su estilo es claro, sobrio y preciso ya que es lo más apropiado para hacerse entender. Le importa más la precisión que la belleza.  Sus obras más representativas son:  Teatro Crítico Universal. Es una obra escrita en forma de ensayo; consta de ocho tomos donde el autor ataca duramente las supersticiones y falsas creencias marcando el límite entre lo natural y lo sobrenatural. Cartas eruditas. Están escritas también en forma de ensayo; en ellas va exponiendo, a lo largo de cinco tomos, diversos problemas filosóficos, literarios, morales, etc. Teatro Crítico Universal Puedes leer a continuación un fragmento de uno de los ensayos que forman parte de su obra Teatro Crítico Universal. El tema del texto es la moda, asunto que interesó al autor y que interesa hoy a todo ser humano. En mayor o menor medida todos nos dejamos arrastrar por los dictámenes de la moda. Feijoo analiza el asunto y nos previene contra sus peligros. Observa la coherencia con la que el autor va exponiendo clara y ordenadamente sus ideas.   Ø  SOBRE LA MODA  Siempre la moda fue la moda. Quiero decir que siempre el mundo fue inclinado a los nuevos usos. Esto lo lleva de suyo la misma naturaleza. Todo lo viejo fastidia. El tiempo todo lo destruye. A lo que no quita la vida, quita la gracia... Piensan algunos que la variación de las modas depende de que sucesivamente se va refinando más el gusto, o la inventiva de los hombres cada día es más delicada. ¡Notable engaño! No agrada la moda nueva por mejor, sino porque se juzga que lo es, y por lo común se juzga mal. Los modos de vestir de hoy que llamamos nuevos, por la mayor parte son antiquísimos. Aquel linaje de anticuarios que llaman medallistas (estudio que en las naciones también es de la moda) han hallado en las medallas que las antiguas emperatrices tenían los mismos modos de vestidos y tocados que, como novísimos, usan las damas en estos tiempos... Hoy renace el uso mismo que veinte siglos ha expiró. Nuestros mayores le vieron decrépito y nosotros le logramos niño. Enterróle entonces el fastidio y hoy le resucita el antojo.  ... La razón de la utilidad debe ser regla de la moda. No apruebo aquellos genios tan parciales de los pasados siglos que siempre se ponen de parte de las antiguallas. En todas las cosas el medio es el punto central de la razón. Tan contra ellas, y a caso más, es aborrecer todas las modas que abrazarlas todas. Recíbase la que fuere útil y honesta. Condénese la que no trajera otra recomendación que la novedad.   ·      El imperio de la razón Durante la segunda mitad del siglo XVIII, los escritores adoptan plenamente los modelos neoclásicos y la literatura se somete al imperio de la razón. Esta etapa ocupa desde mediados de siglo hasta las últimas décadas.  josé Cadalso Nació en Cádiz en 1741 donde realizó sus primeros estudios. Más tarde estudió en el Seminario de Nobles de Madrid. Desde muy joven tuvo oportunidad de viajar por diferentes países y ponerse en contacto con sus lenguas y sus culturas. A los 21 años regresó a España y comenzó su carrera militar llegando a alcanzar el grado de coronel del ejército español. Murió durante el bloqueo de Gibraltar en 1782.  Cadalso fue un hombre inteligente y culto, dotado de un fino espíritu crítico. Mantuvo amistad con todos los escritores importantes de su época y se interesó por todos los géneros literarios; aunque destacó más con sus obras en prosa: Los eruditos a la violeta, Noches lúgubres, Cartas Marruecas. Hoy se le recuerda fundamentalmente por sus Cartas Marruecas, obra de carácter ensayístico publicada varios años después de su muerte.    Ø  Cartas Marruecas En este libro, el autor hace un análisis de las costumbres y carácter de los españoles. Para ello utiliza a un personaje marroquí llamado Gazel. Éste está de viaje por España y escribe una serie de cartas a su amigo y maestro Ben-Beley y en ellas le explica todo lo que observa en sus viajes.  La crítica que Cadalso hace de nuestras costumbres, tradiciones, instituciones, etc. nunca es dura ni extremada. Su postura es la de un pensador equilibrado, partidario de conservar lo mejor de nuestras tradiciones y de incorporar, al mismo tiempo, los progresos de otros países.    Ø  CARTA I De Gazel a Ben-Beley (Fragmento)  He logrado quedarme en España después del regreso de nuestro embajador, como lo deseaba muchos días ha, y te lo escribí varias veces durante su mansión en Madrid. Mi ánimo era viajar con utilidad, y este objeto no puede siempre lograrse en la comitiva de los grandes señores, particularmente asiáticos y africanos. Éstos no ven, digámoslo así, sino la superficie de la tierra por donde pasan; su fausto, los ningunos antecedentes por dónde indagar las cosas dignas de conocerse, el número de sus criados, la ignorancia de las lenguas, lo sospechosos que deben ser en los países por donde transiten y otros motivos, les impiden muchos medios que se ofrecen al particular que viaja con menos nota.  Me hallo vestido como estos cristianos, introducido en muchas de sus casas, poseyendo su idioma, y en amistad muy estrecha con un cristiano llamado Nuño Núñez, que es hombre que ha pasado por muchas vicisitudes de la suerte, carreras y métodos de vida. Se halla ahora separado del mundo, y, según su expresión, encarcelado dentro de sí mismo. En su compañía se me pasan con gusto las horas, porque procura instruirme en todo lo que me pregunto; y lo hace con tanta sinceridad, que algunas veces me dice: de esto no entiendo; y otras: de esto no quiero entender. Con estas proporciones hago ánimo de examinar no sólo la corte, sino todas las provincias de la península. Observaré las costumbres de este pueblo, notando las que son comunes con las de otros países de Europa, y las que le son particulares. Procuraré despojarme de muchas preocupaciones que tenemos los moros contra los cristianos, y particularmente contra los españoles. Notaré todo lo que me sorprenda, para tratar de ello con Nuño, y después participártelo con el juicio que sobre ello haya formado.  Gaspar Melchor de Jovellanos Nació en Gijón en 1744, en el seno de una familia noble y culta. Desempeñó varios cargos públicos y desde ellos intentó resolver muchos de los problemas que tenía nuestro país en su época. Fue siempre un hombre prudente y equilibrado que deseaba encontrar el punto medio de todo e intentaba conseguir que España progresara en todos los aspectos.  Su obra es variada y didáctica. En ella denuncia la situación social y económica además de proponer las reformas necesarias para elevar el nivel material y moral de nuestro país. Lo más importante de su obra lo constituyen sus ensayos, por los cuales muchos lo consideran como el mejor prosista del siglo.  Algunas de sus obras son: Informe para el expediente de la Ley Agraria, Memoria para el arreglo de la policía de espectáculos y diversiones públicas, El castillo de Bellver, Pelayo, El delincuente honrado.  Inconvenientes de un viaje en coche. Puedes leer un fragmento de una carta escrita por Jovellanos. Es una carta sobre viajes, en la que el autor aprovecha la ocasión para dar a conocer a los demás los problemas que afectan al país, con el fin de concienciar al pueblo de la necesidad de reformas. Su estilo es claro, sencillo y preciso en consonancia con la intención que le movía a escribir. Caminar en coche es ciertamente una cosa muy regalada, pero no muy a propósito para conocer un país. Además de que la celeridad de las marchas ofrece los objetos a la vista en una sucesión demasiado rápida para poderlos examinar, el horizonte que se descubre es muy ceñido, muy indeterminado, variado de momento en momento, nunca bien expuesto a la observación analítica. Por otra parte, la conversación de cuatro personas embanastadas en un forlón, y jamás bien unidas en la idea de observar, ni en el modo y objetos de la Observación; el ruido fastidioso de las campanillas y el continuo clamoreo de mayorales y zagales, con banderola, su capitana y su tordilla, son otras tantas distracciones que disipan el ánimo y no le permiten aplicar su atención a los objetos que se le presentan. Agregue a esto la naturaleza del país que acabamos de atravesar, compuesto de inmensas llanuras, de horizontes interminables, sin montes ni colinas, sin pueblos ni alquerías, sin árboles ni matas, sin un objeto siquiera que señale y divida sus espacios, y fije los aledaños de la observación, y verá que es incapaz de ser observador de carrera, y que se resiste sin arbitrio al estudio y meditación del caminante.  El teatro en el Neoclasicismo  Como toda obra neoclásica, el teatro se somete a las rígidas normas del clasicismo, por lo que adopta la regla de las tres unidades que Lope de Vega había roto en el Barroco. Desaparece de las obras de teatro todo tema imaginativo y fantástico, así como la mezcla de lo trágico y lo cómico. Surge un teatro exclusivamente didáctico.  Regla de las tres unidades Acción    Tiempo Lugar Sólo habrá una acción en la obra. En el teatro anterior había acciones paralelas: la de los señores y la de los criados. La acción debe suceder, como máximo, a lo largo de un día. Toda la obra debe desarrollarse en el mismo sitio. Leandro Fernández de Moratín Nació en 1760 y era un hombre tímido, apacible, inteligente y culto. Sentía verdadera admiración por Francia y su cultura, lo que hizo que se pusiera de parte del rey José Bonaparte (hermano de Napoleón), llegando a desempeñar puestos de carácter cultural durante su reinado. Cuando fueron expulsados los franceses tuvo que irse exiliado. Vivió algún tiempo en Barcelona y Burdeos, y murió en París en 1828.  Toda su obra teatral esta realizada siguiendo las normas neoclásicas y ha convertido al autor en uno de los mejores y escasos dramaturgos de este siglo.  El sí de las niñas. En esta obra hace una dura crítica a las familias que obligan a sus hijas a casarse sin tener en cuenta sus sentimientos. La comedia nueva o el café. Critica duramente a los poetas incultos e ignorantes que se atreven a escribir obras dramáticas. El sí de las niñas Es una obra con finalidad moral y didáctica cuyo argumento es el siguiente: D. Diego, un caballero de 59 años, va a casarse con Francisca, de 16 años, que acaba de salir de un convento de monjas donde estaba estudiando. El matrimonio ha sido preparado por la madre de la chica, Dña. Irene, sin contar con ella que ya está enamorada del joven Carlos, sobrino del caballero. Éste descubre el asunto y renuncia, con mucho sacrificio, a su matrimonio; puesto que ve más natural que la muchacha se case con un joven de su edad que con un viejo como él.  En el fragmento que va a continuación (Escena XI), D. Diego intenta convencer a Dña. Irene de que su hija está enamorada de otro. La madre no se lo cree e interpreta que lo que pasa es que al caballero ya no le interesa casarse con su hija. Ø    DON DIEGO.- Muy bien. Siéntese usted... Y no hay que asustarse ni alborotarse (Siéntanse los dos) por nada de lo que yo diga; y cuenta, no nos abandone el juicio cuando más lo necesitamos... Su hija de usted está enamorada... DOÑA IRENE.- Pues ¿no lo he dicho ya mil veces? Sí, señor, que lo está; y bastaba que yo lo dijese para que...  DON DIEGO.- ¡Este vicio maldito de interrumpir a cada paso! Déjeme usted hablar.  DOÑA IRENE.- Bien, vamos, hable usted.  DON DIEGO.- Está enamorada; pero no está enamorada de mí.  DOÑA IRENE.- ¿Qué dice usted?  DON DIEGO.- Lo que usted oye.  DOÑA IRENE.- Pero ¿quién le ha contado a usted esos disparates?  DON DIEGO.- Nadie. Yo lo sé, yo lo he visto, nadie me lo ha contado, y cuando se lo digo a usted, bien seguro estoy de que es verdad... Vaya, ¿qué llanto es ése?  DOÑA IRENE.- (Llora) ¡Pobre de mí!  DON DIEGO.- ¿A qué viene eso?  DOÑA IRENE.- ¡Porque me ven sola y sin medios, y porque soy una pobre viuda, parece que todos me desprecian y se conjuran contra mí!  DON DIEGO.- Señora doña Irene...  DOÑA IRENE.- Al cabo de mis años y de mis achaques, verme tratada de esta manera, como un estropajo, como una puerca cenicienta, vale al decir... ¿Quién lo creyera de usted?... ¡Válgame Dios!... ¡Si vivieran mis tres difuntos!... Con el último difunto que me viviera, que tenía un genio como una serpiente...  DON DIEGO.- Mire usted, señora, que se me acaba ya la paciencia.  DOÑA IRENE.- Que lo mismo era replicarle, que se ponía hecho una furia del infierno, y un día de Corpus, yo no sé por qué friolera, hartó de mojicones a un comisario ordenador, y si no hubiera sido por dos padres del Carmen, que se pusieron de por medio, lo estrella contra un poste en los portales de Santa Cruz.  DON DIEGO.- Pero ¿es posible que no ha de entender usted a lo que voy a decirle?  DOÑA IRENE.- ¡Ay, no, señor; que bien lo sé, que no tengo pelo de tonta, no, señor!... Usted ya no quiere a la niña, y busca pretextos para zafarse de la obligación en que está... ¡Hija de mi alma y de mi corazón!

David, Napoleón cruzando los Alpes,1801.

Juan Antonio Ribera: Cincinato abandona el arado para dictar leyes a Roma, h. 1806.

Antoine-Jean Gros: Bonaparte visitando a los apestados de Jaffa, 1804.

José de Madrazo: La muerte de Viriato, 1806-1807.

Dramatismo en El naufragio en un mar helado, pintado en 1798 porCaspar David Friedrich.

Arco iris en un paisaje de montañas, de Caspar David Friedrich, 1810, óleo sobre lienzo

La libertad guiando al pueblo, de Delacroix, 1830,Museo del Louvre.

Nachtmahr (Pesadilla nocturna), obra de Füssli, 1802, 

neoclasicismo

romanticismo

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