Dios envío a Jesús, su Hijo, para vivir la vida perfecta
que nosotros no podíamos y para morir la muerte que
nos merecíamos. Cuando aceptamos el sacrificio de
Cristo, tenemos acceso a la vida eterna.
La resurrección de Jesucristo es importante por muchas
razones. Primero, testifica del inmenso poder de Dios
mismo. Creer en la resurrección es creer en Dios. Si Dios
existe, y si Él creó el universo y tiene poder sobre él,
entonces Él tiene el poder de levantar a los muertos. Si Él
no tiene tal poder, Él no es un Dios digno de nuestra fe y
adoración.
Sólo Él, quien creó la vida, puede
resucitar después de la muerte. Sólo
Él puede revertir la atrocidad que es
la muerte misma, y sólo Él puede
quitar el aguijón que es la muerte y
dar la victoria sobre la tumba. En la
resurrección de Jesús de la tumba,
Dios nos recuerda su absoluta
soberanía sobre la vida y la muerte.
La resurrección de Jesús es un testimonio para la
resurrección de los seres humanos, la cual es un
principio básico de la fe cristiana. A diferencia de
todas las otras religiones, sólo el cristianismo tiene un
fundador que trascendió la muerte y quien prometió
que Sus seguidores harían lo mismo.
Como cristianos, somos confortados en el hecho de que nuestro Dios se
hizo hombre, murió por nuestros pecados, fue muerto y resucitado al tercer
día. La tumba no pudo retenerlo. Él vive y ahora está sentado a la diestra de
Dios el Padre en el Cielo. La iglesia viviente tiene una Cabeza viviente.
La Resurrección es una victoria triunfante y gloriosa
para cada creyente en Jesucristo, quien murió, fue
sepultado, y resucitó al tercer día de acuerdo a las
Escrituras. Y, ¡Él vendrá nuevamente! Los muertos en
Cristo resucitarán primero, luego nosotros, los que
hayamos quedado y vivamos para Su venida,
seremos transformados y recibiremos nuevos
cuerpos glorificados.