Created by Joaquín Ruiz Abellán
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Tema 2. Revoluciones liberales y movimientos nacionalistas (1789-1871) 1. Liberalismo y nacionalismo El liberalismo es una corriente ideológica y una doctrina política y económica, basada en estos principios (1) La soberanía nacional, que posee el conjunto de ciudadanos (nación) a través de representantes elegidos mediante sufragio (voto). (2) La separación de poderes, que evita su concentración en una misma persona (tiranía). (3) Una constitución, que garantiza los derechos y libertades de los ciudadanos. (4) El derecho de propiedad, que asegura a los ciudadanos poder disponer libremente de sus bienes. Las revoluciones liberales pusieron fin al absolutismo y dieron origen al Estado liberal, en forma de monarquía o república parlamentaria. El nacionalismo defiende el derecho de las naciones a ejercer su soberanía y crear su propio Estado. La nación es un conjunto de individuos que poseen una serie de lazos culturales propios (lengua, tradiciones, pasado, religión) y que desean vivir en común. 2. Los inicios de la Revolución francesa (1789-1792) Las causas de la Revolución francesa fueron diversas: (1) Malas cosechas y el consecuente aumento de los precios y del malestar popular. (2) Grave crisis financiera. (3) Impopularidad del sistema de privilegios, que marginaba políticamente a la burguesía y liberaba a la aristocracia de pagar impuestos. Frente a la propuesta fiscal de la monarquía, que pretendía hacer pagar impuestos a los privilegiados, éstos exigieron convocar los Estados Generales. En ellos, el Tercer Estado pidió el voto por persona y no por estamento. Ante la negativa, se erigieron en Asamblea Nacional. La radicalización popular (el asalto a la Bastilla y la revuelta antiseñorial) hizo que Luis XVI tuviera que reconocer la legalidad de la Asamblea Nacional Constituyente. La fase inicial de la Revolución, la monarquía constitucional (1789-1792), destacó por: (1) La abolición de los privilegios feudales y la promulgación de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. (2) La promulgación de la Constitución de 1791: separación de poderes, soberanía nacional, igualdad legal de los ciudadanos y sufragio censitario. (3) Formación de una Asamblea Legislativa, en la que se redactaron nuevas leyes revolucionarias para garantizar la igualdad de todos los ciudadanos. (4) Expropiación de los bienes eclesiásticos (desamortización) y separación de la Iglesia y el Estado. 3. La Primera República francesa (1792-1799) La república democrática (1792-1794) presenta dos fases diferenciadas: (1) Convención girondina: se instituyó por sufragio universal masculino. Condenó y ajustició al rey, que había intentado huir, y también tuvo que hacer frente a las presiones del absolutismo exterior y a las revueltas contrarrevolucionarias internas. (2) Convención jacobina: fue la fase de mayor radicalización política y social, dirigida por Robespierre. Estableció el sufragio universal directo, aprobó medidas de apoyo a los sectores populares (sans-culottes), potenció el ejército e impulsó la política del Terror. En 1794, la burguesía propició un golpe de Estado y acabó con su poder. En la república burguesa (1794-1799), la burguesía conservadora recuperó el poder y pretendió volver a los principios de 1791. Estableció un gobierno (Directorio) que tuvo que frente a las presiones de la nobleza y de las clases populares. En 1799 el general Bonaparte dio un golpe de Estado y le puso fin. 4. El período napoleónico (1799-1815) Napoleón inauguró el Consulado (1799-1804). Su gobierno personalista se dirigió a consolidar la revolución burguesa moderada: restableció el liberalismo, firmó un concordato con la Iglesia, centralizó la administración, reformó la Hacienda y el sistema de enseñanza, y promulgó nuevos códigos (civil, penal, de comercio). El aspecto más destacado de su período fue la expansión territorial: buena parte de Europa fue anexionada o quedó bajo influencia francesa. Allí se impusieron las nuevas ideas revolucionarias (consagración de la libertad y de la igualdad legal, implantación de la libertad económica y religiosa, derecho a la propiedad). La ocupación francesa desencadenó fuertes sentimientos nacionales. Las nuevas ideas liberales fueron utilizadas en los países ocupados para luchar precisamente contra la presencia francesa. La derrota de Napoleón se fraguó en Rusia y España, y concluyó en la batalla de Waterloo. A partir de 1815 se prefiguró el retorno al Antiguo Régimen. 5. Restauración y revoluciones liberales (1815-1848) El Congreso de Viena (1814-1815) reunió a las potencias que vencieron a Napoleón con el objetivo de poner fin a la expansión de las ideas liberales y restaurar el absolutismo monárquico en toda Europa. El tratado de la Santa Alianza (1815) estableció un acuerdo de ayuda mutua entre los monarcas absolutos ante posibles amenazas del liberalismo. Sin embargo, entre 1820 y 1848, el absolutismo tuvo que enfrentarse a varias revoluciones de carácter liberal y nacionalista. En 1820 hubo una primera oleada de revoluciones liberales. Entre 1829 y 1835 tuvo lugar una segunda explosión revolucionaria, originada en Francia y que significó la implantación de sistemas políticos liberales. Las revoluciones de 1848 comportaron el triunfo de los ideales democráticos y el reconocimiento de derechos de los trabajadores. En Hungría, Bohemia, el Norte de Italia y la Confederación Germánica tuvieron, además, un carácter nacionalista contra los imperios. 6. Los movimientos nacionalistas El Congreso de Viena no tuvo en cuenta la identidad nacional de muchos pueblos de Europa. Por ello, en esos territorios, las revoluciones liberales fueron acompañadas de reivindicaciones nacionalistas. Los movimientos de independencia más importantes se dieron en Grecia (Imperio otomano), Bélgica (Países Bajos) y en las colonias españolas de América continental, que se rebelaron contra la metrópoli. La unificación italiana se desarrolló entre 1859 y 1870. El reino del Piamonte, gobernado por Cavour, inició el proceso, que supuso una guerra contra Austria y la anexión de los Estados italianos. En la unificación de Alemania, dividida en 36 Estados, rivalizaron Austria y Prusia. Entre 1861 y 1871, Prusia, con Otto von Bismarck como canciller, resolvió el problema con guerras contra Dinamarca, Austria y Francia.
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