1. Contexto histórico y cultural
La filosofía presocrática surge entre los siglos VI-V a.C. Geográficamente, podemos ubicarla; por una parte, en Asia Menor; y por otra, en la Grecia Antigua. Sin embargo, en esta época Grecia no es un país cohesionado, sino que está formado por polis independientes repartidas por todo el Mediterráneo: Mediterráneo oriental, occidental y norte de África. Además, esta filosofía también surgió en la Magna Grecia (sur de Italia). Así, podemos concluir que la filosofía presocrática se desarrolla en estas tres zonas: Asia Menor, la mayoría de los terrenos bañados por el Mediterráneo (Oriente, Occidente y el norte de África, incluyendo lo que hoy es Grecia), y la Magna Grecia, el sur de Italia.
Fundamentalmente, el origen de la filosofía y la ciencia está ligado a estas polis, al comercio que en ellas se desarrolla; y al cruce de culturas e intercambio de conocimientos como consecuencia de este. Asimismo, también influyen los mitos griegos (sobre todo Homero y Hesíodo), y una atmósfera no coactiva y abierta al cambio en lo religioso.
Las polis eran ciudades autónomas e independientes unidas entre sí únicamente por la cultura y el idioma (ritos similares, dioses parecidos, etc). En general, son ciudades tolerantes, sin una ortodoxia especial en la religión, y en las que no había imposiciones de este tipo.
El comercio, por su parte, tiene una gran importancia por su labor de conectar culturas y poner en contacto gentes de distintos sitios, lo que desemboca en un intercambio de conocimientos en el que se importan creencias y ritos nuevos. (cruce de culturas)
Los mitos influyen en la filosofía por dos razones: Por una parte, su mera existencia ya supone un intento de comprender el mundo que nos rodea, y en ellos se reflejan las preocupaciones del hombre de la época. Los primeros filósofos abordarán estas mismas preocupaciones pero desde un enfoque racional. Por otro lado, ya en Hesíodo se aprecia la intención de poner orden y racionalizar estos mitos y tradiciones populares; como bien puede verse en La Teogonía, por ejemplo.
Todos estos factores, van creando una atmósfera innovadora y pluralista que deriva en la creación de un nuevo hombre: un hombre curioso, con ganas de saber más, viajero; y dispuesto a revisar sus creencias si con ello consigue entender mejor el mundo. Este es el perfil del filósofo presocrático.