Estas teorías sostienen que la agresión es un comportamiento innato y necesario para la supervivencia de la especie. Los mecanismos biológicos, como los cambios hormonales y el sistema nervioso, juegan un papel importante en la regulación de la agresión.
Estas teorías se centran en cómo los procesos mentales y emocionales internos contribuyen al comportamiento agresivo. Algunas de las teorías más importantes incluyen: La teoría de la frustración-agresión, la teoría del aprendizaje social, la teoría cognitivo-conductual y la teoría psicoanalítica.
Estas teorías atribuyen la agresividad a ciertos estímulos y refuerzos de la conducta que provienen del entorno social de los individuos, es decir, se propone que la agresividad se aprende con base en las recompensas o castigos que se reciben por llevar a cabo comportamientos determinados o por imitación.
Estas teorías parten de la idea que la personalidad humana constituye un conjunto, cuyos diferentes aspectos anatómicos, fisiológicos y patológicos están ligados unos a otros. Para comprender el comportamiento de los individuos es preciso estudiar todos estos aspectos. Es un hecho de experiencia observado desde la Antigüedad que nuestro carácter está ligado a nuestra constitución física.