Experiencias europeas

Otros países siguen una política cargada de pragmatismo. Efectivamente, en Europa existen posiciones bien diferenciadas en cuanto a las áreas energéticas, pero con enfoques comunes en los que prima la seguridad energética. En cuanto al carbón, tres países, España, Alemania y el Reino Unido, poseen y explotan cantidades significativas. El Reino Unido ha optado por una opción de libre mercado en el sentido más duro del término: los costes sociales y regionales se han situado en un segundo término, y, significativamente, el Reino Unido prefiere importar carbón a 6.000 pesetas tonelada antes que explotar el propio a 9.000 pesetas. Calificar de duro e insolidario ese liberalismo proviene del hecho de que la diferencia entre esos dos precios implica un coste social a nivel mundial: la destrucción de parte de la Amazonia. El concepto global que de la política energética se está manejando en la actualidad implica incluir los costes de destrucción de partes muy valiosas de nuestro planeta, en particular la ya citada. Por su parte, Alemania, con una producción en torno a los 80 millones de toneladas, frente a más de 100 del Reino Unido, está optando por una política de mejora de rendimientos, sin perder capacidad de autoabastecimiento y, en consecuencia, constituyéndose en un hecho diferencial, dentro de la política energética propugnada por la Comunidad Europea. Por su parte, el Plan Energético Nacional español, que tiene como horizonte precisamente el año 2002, propugna las energías renovables, el carbón nacional, la hidraulicidad y el ahorro y eficiencia energética como las fuentes de abastecimiento propias más importantes. Al referirse al carbón nacional hay que pensar que se refiere también al cielo abierto. En definitiva, respecto a Europa, si bajamos la cuota de carbón nacional (igual que si lo hiciéramos con la de hidraulicidad) tendríamos que depender más del petróleo, del carbón de importación o rehabilitar los programas de construcción de centrales nucleares. Desde el punto de vista de política energética, y considerando el autoabastecimiento como un elemento clave en la definición y garantía del progreso, aparecen claras las ventajas de disponer de una fuente energética nacional.