¿Construir objetivos, propósitos o competencias?

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Módulo 4 Diplomado de Educación por competencias UPAEP Online
Lucy Padilla Castillo
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Lucy Padilla Castillo
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¿DÓNDE SURGEN LAS DIFERENCIAS ENTRE OBJETIVOS Y PROPÓSITOS?Para poder decidir qué es lo que debe construir el profesor al inicio de su proceso educativo, debe tener claro qué es un objetivo, qué un propósito y qué una competencia, y saber las implicaciones que tiene cada uno de ellos en la educación, ya que de esto dependerá en gran medida su desempeño ante los grupos que se presente. Para ello hay que revisar la perspectiva de los diferentes sistemas educativos a lo largo del tiempo y lo que de cada sistema se esperaba del estudiante y lo que se evaluaba, así como el enfoque entonces de como y lo que se enseñaba.Rasgos distintivos de la escuela tradicional son: verticalismo, autoritarismo, verbalismo, intelectualismo” (Pansza, et al, 1985: 50-51) donde el profesor tenía el protagonismo magistrocéntrico, es decir, todas las actividades giran en torno al docente imponiendo orden y autoridad como fundamento de la práctica escolar, él es quien hace de la exposición su principal recurso didáctico, imponiendo ritmos y secuencias de trabajo unilateralmente en donde importa sólo la constatación de los aprendizajes reproducidos en un examen escrito y uniformado aplicado a todo el grupo sin distinción alguna. De ahí que el objetivo responda a la comprobación de lo establecido en éste sin esperar modificación alguna, y en la medida que se presenten tales, será como se “calificará” al alumno, es decir, cuánto cumplió con lo estipulado en el objetivo.

Del tradicionalismo surge la escuela nueva y la tecnocrática,  desplazando la atención centrada en el maestro, hacia el alumno y donde la misión del educador es crear las condiciones de trabajo que permitan al alumno desarrollar sus aptitudes. A mediados del siglo XX, surge una pedagogía que cuestiona en forma radical tanto los principios de la Escuela  Tradicional y la Tecnología Educativa, pronunciándose por la reflexión colectiva entre maestros y alumnos de los problemas que los atañen, como un precedente indispensable para la toma de decisiones  lo cual implica cambiar la escuela, sus métodos, sus relaciones, su forma de ver el mundo.    El constructivismo se inserta en la pedagogía y didáctica critica, por lo que se transita de lo ya definido y cuadrático de los objetivos, a lo abierto e inesperado que postula el propósito, ya que está sujeto a un proceso de construcción y de-construcción constante en el que intervienen todos los actores del proceso educativo y no sólo es resultado de uno de ellos.

 En la intencionalidad del proceso donde se descubre la diferencia entre objetivo y propósito.

EJEMPLOS.- OBJETIVO.-  (Quién, conducta futura, contenido, circunstancias y criterio de ejecución) "El alumno reproducirá el proceso de la destilación en el laboratorio, sin errores."PROPÓSITO.- (Verbo presente en subjuntivo: acción; qué: contenido; situaciones o actividades de la acción;  y finalidad o impacto) "Qué el alumno identifique los componentes y funciones químicas que intervienen en la destilación,   al producir el proceso  en el laboratorio, para reproducir el mismo proceso en otros ambientes y bajo otras circunstancias."

Para lograr establecer si se tiene que formular un propósito o una competencia, se debe clarificar también sus diferencias y consecuencias de uno y el otro.    Se entiende como propósito  "El logro que el alumno debe alcanzar al finalizar un proceso educativo como resultado de las experiencias de enseñanza y aprendizaje intencionalmente planificadas para tal fin.  La denominación de propósitos educativos se refiere a la determinación de ciertas intenciones pedagógicas. Con esto se reemplaza la denominación utilizada hasta ahora de objetivos. El término objetivos fue utilizado en el marco de una concepción educativa que enfatizaba el producto, el punto de llegada,  modificar los términos puede contribuir a enfatizar la necesidad de cambios en los paradigmas. La elección del concepto de propósitos educativos pretende reflejar el énfasis en los procesos, sin que ello signifique abandonar o subvalorar la intención de resultados concretos, o productos.Se entiende entonces como propósito al componente que da intencionalidad y direccionalidad a la planificación. Son una explicación de la aspiración que orienta el quehacer educativo y que expresan los aspectos deseables o que se quieren conseguir. Los propósitos nos permiten tener claro el desde dónde, para qué, el qué, el cómo del proceso pedagógico; el sentido y finalidad que se pretende alcanzar. “Con propósitos todo, sin ellos nada”.   

 La competencia se pude entender desde la parte agonística, la de funciones o áreas de acción y la referente a capacidad o denotar posibilidad de hacer algo. Es en esta última en la que se incidirá.    Las competencias “se encuentran estrechamente ligadas a conocimientos sólidos, ya que su realización implica la incorporación y la movilización de conocimientos específicos, por lo que no hay competencias sin conocimientos. Una competencia implica un saber hacer (habilidades) con saber (conocimiento), así como la valoración de las consecuencias de ese hacer (valores y actitudes)”  Monereo (2001:15) . Demostrar competencia en algún ámbito de la vida conlleva resolver problemas de cierta complejidad, encadenando una serie de estrategias de manera coordinada.    Para Coll (2007:20) el concepto de competencia pone el acento en el hacer y en el saber hacer, es decir, en la movilización o aplicación del conocimiento, subrayando de este modo la importancia de la funcionalidad de los aprendizajes escolares. No basta con adquirir unos conocimientos, retenerlos y memorizarlos, ni siquiera con memorizarlos comprensivamente; además, hay que movilizarlos, hay que utilizarlos cuando la situación y las circunstancias lo requieran.

Ante el análisis realizado y sintetizado en el esquema 3, se vislumbra que la respuesta a la pregunta planteada ¿construir objetivos, propósitos o competencias?          Y la respuesta es simple: para el modelo educativo constructivista que permea a los sistemas de la aldea global, se requiere de construir propósitos para desarrollar los indicadores de desempeño de las competencias y al término del proceso educativo, se vea el nivel de logro alcanzado de éstas.    Sin embargo, al resolver este planteamiento, surge otro de igual o más importancia: ¿cómo construir propósitos para incidir en las competencias educativas? Para dar la solución a este nuevo planteamiento, se debe resolver desde sus tres posibles respuestas: como objetivo, como propósito y como competencia.

 La forma de construir un objetivo queda clarificada en el cuadro 1, y se refiere a un hecho ya asentado como que va a ocurrir de manera invariable al final del proceso en el que incidirá. Y es lo que se buscaba en el conductismo: “El aprendizaje se define mediante el desempeño de una persona en una actividad dada. Los objetivos de aprendizaje deben de ser formulados en términos de operaciones, o sea, de conductas observables y medibles” (Suárez, 1991:63). El resultado de la enseñanza era la medida en la modificación cuantificable y observable de la conducta del individuo.   El objetivo denota la búsqueda de conductas parcializadas y determinadas a manifestarse de manera aislada en relación a la persona y al contexto donde se inserta.    Para el caso de la construcción de una competencia, esta se encuentra proyectada como una indicación de que se está haciendo en el presente inmediato sin lugar a dudas. Este tipo de planteamientos son correctos siempre y cuando se ubiquen en los contextos en que son pertinentes. Es decir, la construcción de competencias es factible en el diseño curricular o para la constatación de un proceso educativo: lo deseado y en la medida en que se ha logrado respectivamente. Esto es muy claro cuando se determinan perfiles de desempeño: lo que debe saber hacer y cuánto lo sabe hacer: que tan competente se presenta el sujeto.    La competencia se presenta como la integración y manifestación de conocimientos y destrezas que exigen los recursos integrales del sujeto en tareas determinadas por su contexto cambiante. En palabras de Perrenoud (2010:9) una competencia nunca es el puro y simple empleo de racional de conocimientos, de modelos de acción, de procedimientos. Formar a través de competencias no lleva a dar la espalda a la asimilación de conocimientos. Sin embargo, la apropiación de varios conocimientos no permite su movilización ipso facto en situaciones de acción.    La construcción de los propósitos abandera su propuesta como algo que no es seguro que se logre o lleve a cabo, que sólo es probable que suceda quedando en la incertidumbre del proceso el nivel de logro de tal proposición. Y esta es la principal diferencia con la competencia: su incertidumbre. Mientras la competencia sentencia algo que se debe saber hacer y presume en qué cantidad, el propósito sólo lo presenta como una posibilidad de logro que tendrá que ser constatado a través de la valoración de los aprendizajes esperados de donde surge su formulación.    Si bien tanto el propósito como la competencia comparten las bases epistemológicas del constructivismo, cada uno tiene una meta diferente y corresponde a acciones diferentes en los ámbitos educativos. El propósito en el camino, la competencia o su indicador, en el fin.

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