Necesitas buenos lentes, porque la fotografía de estudio se trata de captar todo el detalle posible para hacer ampliaciones o catálogos en línea en los que se puede hacer zoom sobre la imagen; y para eso necesitas objetivos muy nítidos. Cualquier lente mejora su rendimiento cuando su diafragma se cierra por encima de f6.3, pero solo los mejores alcanzan el detalle que vemos en grandes ampliaciones. Aunque se usan algunos lentes zoom de alto rendimiento, como el 16-35mm L y el 24-70mm L de Canon, lo más común es usar lentes fijos, como un 85mm o 135mm para primeros planos, un 50mm para planos medios, y un 28mm para cuerpo entero. Otra ventaja de los lentes de distancia focal fija, es que estos suelen alcanzar el rendimiento suficiente para estudio a aperturas menores, como el 50mm f1.4 del que les hablé ayer.
Un fondo sin fin. Gramaticalmente no tiene sentido, pero fotográficamente es el rasgo característico de cualquier estudio. Se trata de un fondo curvo que hace las veces de pared y piso, sin que se perciba unión alguna. En los estudios más grandes se montan rampas permanentes, pero muchos profesionales prefieren lonas o grandes pliegos de papel, ya que son portátiles, más baratos, y fáciles de lavar o reemplazar. El más usado es el de color blanco, ya que facilita el procesado de las imágenes, pero los hay -o se pueden hacer- de todos los colores y tamaños, de acuerdo al encargo fotográfico.