Etimológicamente, viene del griego, axios, que significa merecedor, digno, valioso, y de logos,
fundamentación
ciencia o teoría de los valores”
La axiología es la ciencia o teoría de los valores, especialmente de los morales.
“el conocimiento razonado, la teoría o ciencia de cuanto es digno de estima, de cuanto vale, o de
todo aquello que puede calificarse de deseable y precioso”.
Origen histórico de la axiología.
El tema de la axiología es de relativa novedad en la historia del pensamiento, puesto que el término
y el concepto fueron desarrollados a finales del siglo XIX y comienzos del s. XX
Pero la obra fundamental sobre la materia, según Martínez Huerta (2001, pág. 70), apareció en el
siglo XX, Ética de Max Scheler (1874 – 1928) en dos volúmenes, el primero denominado El formalismo
en la ética y, el segundo, La ética material de los valores, publicados entre 1913 y 1916, obras en la
que aplica la fenomenología a la ética y elabora una teoría de los valores.
Entre los más reconocidos encontramos a W. Windelband (1848-1915), cofundador de la Escuela
neokantiana de Baden y fundador de la escuela neokcantiana axiológica de Heidelberg quien escribe
uno de los trabajos más antiguos, publicado en 1884 y que se refiere a valores morales y religiosos,
principalmente.
Problemas de la axiología
El problema de la existencia del valor. ¿Existen los valores? ¿Qué tipo de existencia tienen? ¿Cuál es
su naturaleza?
Los valores son un instrumento de conocimiento, pero no pueden quedar reducidos meramente a la
actividad intelectual o cognitiva de la persona. Así, cabe destacar su dimensión afectiva y,
juntamente con ella, el componente volitivo y la función de guía del comportamiento que realizan.
De la misma manera, se debe subrayar la doble dimensión, personal y social, de los valores, que son,
a la vez, posibilitadores de la realización personal y configuradores de la misma.
Postura subjetivista
El subjetivismo es la condición que supone que algo sólo es verdadero para el sujeto que lo concibe,
aplicado a los valores, llega a afirmar, como escribe Escobar Valenzuela (2001. pág. 75), que los
valores no existen en sí y por sí, sino que son meras creaciones de la mente, existen solamente para
mí; lo que hace a una cosa valiosa es el deseo o el interés individual.
No deseamos el objeto porque vale –es decir, porque satisface una necesidad nuestra-, sino que vale
porque lo deseamos o lo necesitamos. En pocas palabras, lo que deseo o necesito , o también, lo que
me agrada o gusta, es lo que vale; a su vez, lo que prefiero, de acuerdo con estas vivencias
personales, es lo mejor.
Postura objetivista.
Esta postura se caracteriza, en palabras de Sánchez Vásquez (1998, pág. 120- 121), por los siguientes
rasgos fundamentales: a. Los valores constituyen un reino propio, subsistente por sí mismo. Son
absolutos, inmutables e incondicionados. b. Los valores se hayan en relación peculiar con las cosas
reales valiosas que llamamos bienes. En los bienes se encarna determinado valor: en las cosas útiles,
la utilidad; en las cosas bellas, la belleza, y en los actos buenos de los hombres, la bondad.
El valor como cualidad estructural.
Frondizi aporta la consideración de valor como cualidad estructural, que podría resumirse de
manera simplificada en la expresión “el todo es más que la suma de las partes”.
El valor será objetivo si existe independientemente de un sujeto o de una conciencia valorativa; a su
vez, será subjetivo si debe su existencia, su sentido o su validez a reacciones, ya sean fisiológicas o
psicológicas, del sujeto que valora
Según del Diccionario Filosófico Herder (1998) el objetivismo es la tesis que defiende la existencia de
valores éticos plenamente objetivos , ya que no se reducen meramente al sentimiento de agrado,
interés ni deseo, ni se reducen tampoco a un mero proceso psicológico de valoración, razón por la
cual, el estudio de estos valores es objeto de la ontología.
El problema de la esencia del valor. ¿Qué son los valores en general?
Todo aquello que hace que el hombre aprecie o desee algo, por sí mismo o por su relación con otra
cosa; la cualidad por la que se desean o estiman las cosas por su proporción o aptitud a satisfacer
nuestras necesidades; en economía, lo útil, el precio de una cosa (Diccionario de Filosofía Herder,
1998).
Origen de la noción de valor. El inicio de lo que ahora se puede entender por valor se halla
relacionado con la perspectiva económica de Adam Smith (1723 – 1790), considerado además de
economista un filósofo moral
Como afirman Sierra y Bedoya (1996, pág. 13) los valores se consideran como los principios y los fines
que fundamentan y guían el comportamiento humano, social e individual
No existen valores en sí, como entes ideales o irreales, sino objetos reales (o bienes) que poseen
valor. Puesto que los valores no constituyen un mundo de objetos independientemente del
mundo de los objetos reales, sólo se dan en la realidad –natural y humana- como propiedades
valiosas de los objetos de esta realidad
El problema del método. ¿Qué método debe emplearse para dilucidar la naturaleza del valor?
Primeramente ha de definirse que es el método. Su etimología proviene del griego, méthodos,
búsqueda, investigación, de metá hacia, y odós, vía, camino, por tanto, camino que debe ser
recorrido para llegar a un punto o resultado, o modo de hacer una cosa.
Método apriorístico. Básicamente aborda el estudio de los valores desde un enfoque anterior e
independiente de la experiencia. Según Kant, lo apriorístico pertenece a la estructura del conocer
humano, es no empírico, universal y necesario. Por tanto el conocimiento previo es necesario para
estudiar el valor y se basa en una intuición
Método experimental. Es el método propio de las ciencias empíricas, está basado fundamentalmente
en el supuesto de que los enunciados de estas ciencias deben contrastarse con la experiencia; esto
es, han de ser verificables.
Sobre el problema del conocimiento de los valores: Vías de captación del valor.
Podemos afirmar entonces, que el bien se capta especialmente por vía emocional, es decir, el objeto
que tiene adherido dicho valor; por su parte el objeto material se capta por vía sensorial, mientras
que el objeto ideal por vía intelectual.
Si los valores fueran captados por una operación intelectual, entonces éstos serían conceptos u
objetos ideales; si fueran objetos reales, serían captados por los sentidos. Ante esto se argumenta
que un bien, o sea donde está depositado el valor, puede ser captado sensiblemente, pero el valor,
no.
Sobre el problema de la jerarquía de los valores. . ¿Qué es una jerarquía de valores? Una
jerarquía es el establecimiento de un orden, una graduación de valores, que generalmente se
conforman a partir de una escala
Componente histórico social de las jerarquías de valores. Como escribe Martínez Huerta (2001, pág.
76), cada época histórica ha tenido, una tabla ideal de valores de donde el hombre ha derivado las
normas para la edificación de su vida. Citando a Ramos (1962, pág. 59), este mismo autor señala que
“parece más bien que sobre la jerarquía de los valores no hay acuerdo ninguno y reina la confusión y
el caos”.
Componente personal – individual de las jerarquías de valores. Como puede percibirse con lo
anteriormente escrito, la relevancia de las jerarquías consiste, en que la conciencia (conocimiento)
de una jerarquía estimula el desarrollo moral de la persona, que reconoce la superioridad de unos
valores sobre otros, tanto en situaciones de conflicto de valores que afectan a la humanidad en su
conjunto, como en situaciones más personales o reservadas de la vida cotidiana.
surge ante la imperfección que muestra el ser humano y la necesidad que tiene éste de eliminarla,
complementándose con otros objetos, otros entes que de alguna manera llenan o satisfacen su
hambre de desarrollo y de plenitud.
Existe una gran cantidad de valores, pero pueden ser ordenados dentro de una jerarquía que
muestra la mayor o menor calidad de dichos valores comparados entre sí. Es claro que no es igual lo
material que lo espiritual, lo animal o lo intelectual, lo humano o lo divino, lo estético o lo moral.
Aproximación al concepto de valor.
Si se parte de su etimología, valor viene del latín, valere, que significa estar vigoroso o sano, ser más
fuerte. En el griego encontramos, axios, que significa merecedor, digno, que posee valor.
El valor de uso de una mercancía (aquello para lo que sirve) lo determina su utilidad en la sociedad;
mientras que el valor de cambio, propiamente el valor, según la teoría del valor trabajo, que
comienza en A.
Los valores requieren, por consiguiente –como condición necesaria-, la existencia de ciertas
propiedades reales –naturales o físicas- que constituyen el soporte necesario de las propiedades que
consideramos valiosas. Las propiedades reales que sustentan el valor, y sin las cuales no se daría
éste, sólo son valiosas potencialmente. Para actualizarse y convertirse en propiedades valiosas
efectivas, es indispensable que el objeto se encuentre en relación con el hombre social, con sus
intereses o necesidades. De este modo, lo que sólo vale potencialmente, adquiere un valor efectivo.
Sobre el problema de la clasificación de los valores. “la agrupación de los elementos de un conjunto
en subconjuntos, clases o conceptos clasificatorios que lo dividen de forma disyuntiva y exhaustiva.
También han sido agrupados en: objetivos y subjetivos (Frondizi, 1972); o en valores inferiores
(económicos y afectivos), intermedios (intelectuales y estéticos) y superiores (morales y espirituales).
Sobre el problema de la valoración: polaridad o bipolaridad del valor. El valor oscila en una polaridad
o dualidad, es decir, prevé la existencia de valores positivos y valores negativos, ya plantea por
Gutiérrez Sáenz (1996, pág. 91) en su obra Introducción a la ética, publicada en 1968. No obstante, su
concepción, no corresponde a la que actualmente se afirma al respecto
Por su polaridad o dualidad, los valores suelen dividirse en positivos y negativos, sin que exista un
término medio, ambos tienen existencia por sí mismos. Por lo tanto, el valor negativo no es la
simplemente “negación” (negatio) o la ausencia de su correspondiente valor positivo como afirma
Gutiérrez Sáenz (1996, pág. 92), sino que tiene sus propias implicaciones.
Escalas de representación de la polaridad. Existen algunas escalas que se han construido haciendo
un parangón del mundo físico para representar la polaridad de los valores. Al respecto, se retomará
el trabajo de Dueñas Rodríguez (s.f.), las escalas por su parecido con las escalas numéricas, se
denominan de la siguiente manera:
La escala bipolar. Es la más sencilla de todas. Esta escala considera solo dos calificativos, dos
extremos opuestos, uno positivo y otro negativo, por ejemplo: verdadero y falso, vida y muerte,
aceptado o no aceptado, etc.
La escala del cero absoluto. Esta es la más difícil de captar y de aceptar, proviene de la filosofía
escolástica, y es comparable a la escala termométrica de Kelvin que considera el cero absoluto en el
punto inferior, de tal manera que toda graduación es de números positivos.
La escala de múltiples valores positivos y negativos. Esta escala considera además de los dos polos,
la posibilidad de que existan matrices entre los dos extremos. Se puede comparar con la escala
algebraica que utiliza el cero y a partir del cual se dan números positivos hacia arriba y números
negativos hacia abajo.
La escala de la normalidad central. Esta escala es un poco más sofisticada, ya que además de
considerar los dos polos y las matrices de valores, pone el peso axiológico en el centro de dicha
escala, es como la campana de Gauss, esta es como una parábola, por lo tanto en su extremo más
alto se expresa el mejor valor y así va decreciendo hacia la izquierda y a la derecha, es ahí donde se
manejan los número negativos y positivos.
Sobre el problema de la realización de los valores.
Nuestra relación con los valores no se agota por supuesto en la dinámica de preferibilidad. Se
culmina en el esfuerzo por su realización. Realización que, a su vez, debe tener encuentra contextos
y consecuencias. Es decir, la realización de los valores nos pide una creatividad encarnada. Esto debe
tenerse en cuenta tanto en la perspectiva personal como la social.
Los valores proporcionan medios fáciles para juzgar la sociabilidad de las personas y las
colectividades. Los valores hacen posible todo el sistema de estratificación que existe en toda
cultura.
La clasificación detallada que ofrece Marín Ibáñez (1976) diferencia seis grupos: a. Valores técnicos,
económicos y utilitarios; b. Valores vitales (educación física, educación para la salud); c. Valores
estéticos (literarios, musicales, pictóricos); d. Valores intelectuales (humanísticos, científicos,
técnicos); e. Valores morales (individuales y sociales); y f. Valores trascendentales (cosmovisión,
filosofía, religión).