Factores familiares que inciden en el
consumo de SPA en adolescentes
Satisfacción Familiar
Los vínculos débiles y las relaciones de insatisfacción respecto al medio
socializador familiar han sido señalados por Protinsky y Shilts (1990) y Elzo
(1996) como fuertes factores de riesgo a tener en cuenta en el consumo de
drogas en adolescentes.
Vielva, Pantoja y Abeijón (2001) encontraron que existe una menor satisfacción
con el funcionamiento familiar, tanto desde la percepción de los hijos como de
los padres, en las familias donde los hijos consumen drogas, lo cual sugiere que
la falta de satisfacción podría estar en la base del consumo.
Estrés Familiar
Carvalho et al. (1995), y McQueen, Getz y Bray (2003) han logrado establecer
asociaciones entre el uso de sustancias y eventos estresantes de la familia
como desavenencias conyugales, disputas entre los padres
la hipótesis es que un desajuste en este tipo de factores
familiares (estres) estará claramente presente entre personas jóvenes que
solicitan tratamiento por abuso o dependencia de drogas.
Recursos Familiares
los recursos familiares son aquellos aspectos sociales, emocionales y físicos que hacen
que la familia sea menos sensible al riesgo y más capaz de afrontar satisfactoriamente los factores
estresantes, facilitando la adaptación individual y familiar tal como los mencionan Lavee, McCubin y
Olson (1987), McCubbin, Needle y Wilson (1985).
Investigaciones que han trabajado este factor, como la de Malkus (1994),
sustentan la hipótesis de que los jóvenes que proceden de familias con más
recursos son menos vulnerables al involucramiento del abuso de drogas.
Comunicación
la familia debe buscar momentos de comunicación en los que
exista un adecuado intercambio que sirva para orientar y
encauzar al adolescente en la búsqueda de su identidad
La incomunicación entre padres e hijos, pueden existir consecuencias
negativas para el adolescente (Franco, 1994). En cuanto al consumo de drogas,
varios autores como Charvoz, Bodenmann y Hermann (2002), McArdle et al.
(2002), Lyons (1996) y Spooner (1999) destacan dificultades en la
comunicación de las familias de drogodependientes jóvenes.