a) La identificación de la persona, en la que se percibe una
diferencia con respecto a la mayoría de la población.
b) Su etiquetado, es decir la asignación de un
nombre que pretende calificarla como miembro de
un grupo concreto, estableciendo una primera
separación entre “nosotros” y “ella”.
c) La aplicación, por así decirlo, de las actitudes negativas
relacionadas con dicho grupo, actitudes que incluyen, como
hemos dicho ya, ideas inadecuadas o estereotipos que
tratan de dar una explicación al tema, pero también de
prejuicios, más emocionales y profundos, así como la
tendencia a establecer una mayor o menor distancia con la
persona.
d) Lo que origina, por un lado, prácticas reales de discriminación
hacia dicha persona, directamente en el contexto interpersonal
pero también en una escala social más general.
e) Y, por otro, reacciones cognitivas y
emocionales insatisfactorias en la persona
afectada, con disminución de su autoestima
y tendencia a retirarse de la interacción
social, lo que a su vez acentúa los efectos de
la discriminación.
f) Y todo ello partiendo de situaciones asimétricas de
poder, ya que las personas y grupos estigmatizados no
suelen ser precisamente los poderosos sino más bien los
débiles.