¿Qué se deduce o infiere del siguiente fragmento de Edipo rey?
YOCASTA.- Desentiéndete, Edipo, de las cosas que dices y entérate de que no hay ciencia humana que no tenga el don de la adivinación. Te voy a dar la prueba brevemente. Una vez le llegó un oráculo a Layo –no diré del propio Febo, pero sí al menos de sus servidores– diciendo que era su destino morir a manos del hijo que nacería de mí y de él. Pero a él, según es conocido, unos hombres extranjeros le dieron muerte en una encrucijada, y desde el nacimiento de su hijo no pasaron tres días, cuando Layo, atándole los pies, hizo que le arrojaran a un monte inaccesible. Así Apolo no dejó que el niño fuera asesino de su padre ni tampoco que Layo muriera a manos de su hijo, como temía. Estos fueron los avisos del oráculo, de los cuales no debes preocuparte; pues aquello que un dios considera necesario, lo saca él mismo fácilmente a la luz.
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