INTRODUCCIÓN

“La Evaluación de la calidad es el proceso para determinar las condiciones de la institución, carrera o programa académico, mediante la recopilación sistemática de datos cuantitativos y cualitativos que permiten emitir un juicio o diagnóstico, analizando sus componentes, funciones, procesos, a fin de que sus resultados sirvan para reforzar y mejorar el programa de estudios, carrera o institución” (LOES, 2010, pág. 17).

“El sistema educativo será de calidad en la medida en que los servicios que ofrece, los actores que lo impulsan y los productos que genera contribuyan a alcanzar ciertas metas o ideales conducentes a un tipo de sociedad democrática, armónica, intercultural, próspera, y con igualdad de oportunidades para todos” (MINEDUC, 2012, pág. 5).

Estas definiciones abarcan una concepción integral y expresan claramente el significado de la calidad en la educación. Una institución de educación superior se compone de varios elementos como: alumnos, docentes, infraestructura y modelo pedagógico; pero también hay factores externos como los reguladores educativos y aspectos legales-políticos que tienen una importante influencia en la gestión educativa de las instituciones. Por tanto es importante precisar el tipo de evaluación que se desea aplicar y el fin que esta tenga dentro del ámbito educativo, en este sentido se puede mencionar que la evaluación tiene distintos enfoques como la medición de resultados de aprendizaje o como medio de información para conocer una situación actual (Martínez, 2013).

Investigaciones realizadas sobre el tema manifiestan que el interés en la evaluación no es nuevo, la mayoría de los países se han preocupado por establecer o medir el desempeño y la calidad en sus sistemas educativos y una de las razones es la creciente oferta de centros educativos y la demanda de profesionales calificados y capacitados para hacer frente a la alta competencia que se presenta en el ámbito profesional (Egido, 2005).

A su vez Perassi (2010) manifiesta que los procesos de evaluación que se desarrollan son ejecutados por entidades gubernamentales y cuyo objetivo se centra principalmente en la dimensión económica; y cuando la evaluación ha sido considerada y ejecutada de una manera planificada los resultados alcanzados no son difundidos adecuadamente debido a la falta de procesos sistemáticos que garanticen una retroalimentación adecuada que permita mejorar la educación.

DESARROLLO

La evaluación ha sido y seguirá siendo un elemento esencial de la vida humana, ya que prácticamente en todo momento pasamos evaluando todas y cada una de las actividades que realizamos desde que nos levantamos hasta que termina el día; debido a que las personas viven en una constante competencia en búsqueda de una permanente mejora.

La evaluación no es ajena a la educación, ya que esta se ha convertido en una herramienta para lograr la calidad educativa y no solamente en la educación superior, sino en todos y cada uno de los niveles de enseñanza, desde la educación inicial hasta los estudios de posgrado. Autores como el Dr. Arturo De La Orden, el Dr. Daniel Stufflebean y Clarence Beeby coinciden en que la evaluación es un proceso que consiste en el levantamiento, análisis y sistematización de información con la finalidad de formar juicios de valor y realizar una toma de decisiones oportunas y adecuadas.

El fin universal de la evaluación es la calidad, entendiéndose esta como el cumplimiento de los objetivos establecidos a través de procesos eficaces y eficientes para satisfacer las necesidades educativas de la sociedad; el Dr. Arturo De La orden plantea un modelo de evaluación educativa que puede ser aplicado en cualquier institución, el cual consiste en:

Primero identificar el sujeto investigado el cual puede ser los aprendizajes, los materiales didácticos o incluso la gestión administrativa; como segundo punto se debe elaborar instrumentos de observación y medida que permitan obtener la información necesaria sobre el tema de evaluación, el tercer paso es elaborar una descripción y síntesis de lo analizado, a la par se deben establecer criterios de evaluación que permitan posteriormente comparar los resultados obtenidos con los criterios de evaluación previamente definidos, para emitir un juicio de valor adecuado y poder tomar decisiones que vayan en beneficio de la educación.

Los procesos de evaluación deben ser en cada momento del proceso de enseñanza aprendizaje es decir, antes, durante y después de los momentos educativos, para lo cual existen varios tipos de evaluación como son la formativa que consiste en una evaluación de procesos para mejorar los diseños, la evaluación sumativa, que evalúa los resultados para valorar el programa, la retroactiva que es una evaluación de resultados del programa, la evaluación proactiva que sirve para la toma de decisiones sobre si los programas deben mantenérselos, mejorarlos o simplemente cerrarlos, y por último está la evaluación administrativo que hace referencia a las actividades de gestión que realiza el jefe a sus subordinados.

Todas estas evaluaciones pueden ser llevadas a cabo en la institución educativa ya sea de manera interna a través, de los propios creadores de los programa, lo que genera mayor aceptación e influencia, pero de cierta manera se pierde objetividad y credibilidad social; y la otra manera es mediante un agente externo, el cual realizará la evaluación de una forma más objetiva, a pesar de que la principal falencia de este tipo de evaluación son los costos, ya que requiere de una mayor inversión que la interna.

CONCLUSIONES

El principal objetivo de la evaluación de la calidad educativa es orientar, apoyar y monitorear la acción de todos los actores que intervienen en el sistema educativo con la finalidad de lograr su mejora continua, adicionalmente, ofrece recursos para la toma de decisiones desde un nivel macro que contribuyan a la formación deseada de los estudiantes.

La educación debe convertirse parte activa del sistema como un mecanismo que permita generar capacidades y emprendimientos en las personas para de esta manera obtener un desarrollo social, por tanto, para que la educación sea de calidad no solamente basta con considerar indicadores tradicionales como la gestión y academia cómo se las ha concebido en los modelos tradicionales, sino más bien hay que considerarla como un sistema complejo donde el cambio debe ser impulsado desde las propias universidades y con participación de toda la comunidad educativa que procure el desarrollo intelectual de los estudiantes a través de una autoformación producto de la motivación y de una formación ética, y la mejor manera de lograrlo es con la formulación de indicadores orientados a evaluar las metas propuestas con la finalidad de alcanzar la eficiencia y por tanto la calidad.

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