El movimiento trovadoresco se inició en el sur de Francia.
Era lógico que, por contacto, dada la cercanía entre Francia y España, llegara hasta nosotros de alguna manera.
Pero además, contó con una vía de enorme importancia: el Camino de Santiago, en torno al siglo XI ya movía a una gran cantidad de peregrinos de toda Europa, lo que ayudó a la entrada del estilo trovadoresco en España.
Este movimiento, en el noroeste de la península, se expresó en galaico-portugués, la lengua de la zona, y utilizó una forma llamada “Cantiga”.
Las cantigas tenían, en general, temática amorosa, como ya vimos con las canciones de los trovadores, aunque no era el único tema posible.
Estas cantigas eran canciones, es decir, poesía cantada. Aunque se conserva el texto de muchas cantigas, por desgracia no ha ocurrido lo mismo con la música. Conocemos únicamente la música de seis cantigas escritas por el trovador Martin Códax, que vivió en Vigo en el siglo XIII. Se conserva el texto de una más, pero sin música.
Pertenecen al género de las “Cantigas de amigo”, en el que es una mujer la que nos habla de sus amores.
Caption: : Manuscrito de las Cantigas de Martin Códax
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Cantigas religiosas. Alfonso X el Sabio
Aunque la temática de los trovadores es profana, la separación con lo religioso no estaba excesivamente definida: la veneración por la dama típica del amor cortés no era demasiado distinta de la adoración a la virgen María, la más alta de todas las damas.
De ahí que existan también cantigas religiosas, dedicadas a la virgen. La colección más importante de música profana medieval son las Cantigas de Santa María, que el rey de Castilla Alfonso X el Sabio mandó componer y recopilar. Es muy probable que él mismo compusiera alguna, pero no lo podemos saber, porque son anónimas.
Son más de 400, y se organizan en series de diez cantigas que narran un milagro (cantigas “de miragre”) y una de alabanza a la virgen (“cantigas de loor”).
Caption: : Alfonso X manda a los trovadores componer cantigas en honor a la virgen.
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Las cantigas y los instrumentos
Alfonso X no sólo mandó componer y recopilar las Cantigas de Santa María, sino que también mandó copiarlas en manuscritos ricamente ilustrados, lo que prueba la importancia que les daba.
Estos manuscritos son una fuente valiosísima para conocer los instrumentos de la época, pues la cantidad de ilustraciones que los recogen es enorme. De hecho, la gran mayoría de lo que sabemos sobre instrumentos medievales es gracias a los manuscritos de las cantigas.