PSICOLOGÍA DE LA SEXUALIDAD: BASES CONCEPTUALES DE LA SEXUALIDAD
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Gómez, J.(2014) Psicología de la sexualidad, Difusora Larousse- Alianza editorial. Recuperado de http://bibliotecavirtual.unad.edu.co:2077/lib/unadsp/detail.action?docID=11038661&p00=sexualidad
PSICOLOGÍA DE LA SEXUALIDAD: BASES CONCEPTUALES DE LA SEXUALIDAD
ETIMOLOGÍA SEXO
EVOLUCIÓN
IDENTIDAD SEXUAL
DIMORFISMO
El término sexo proviene del término latino sexum y
este, a su vez, del término secare, que significa: separar (Rathus, Nevid, y
Fichner-Rathus, 2002).
Del vocablo sexo nos remite al término latino secare, cuyo significado
es cortar, separar, dividir. Todo lo relacionado con este hecho básico
forma parte de la sexualidad.
La evolución de las especies dio un salto cualitativo fundamental: el paso de la reproducción asexual a la sexual. El origen de la sexualidad se establece en el momento en que la reproducción sexual exige la creación de dos formas, de dos sexos.
Además se logró por un sistema de atracción entre los 2 sexos, entre ellas: El origen del erotismo, del deseo sexual, de la atracción sexual, de la respuesta diferencial a estímulos con valor erótico, forma parte también del proceso de sexuación.
Es una categoría permanente del yo (López, 1986). Todo ser humano se sitúa en el mundo desde su conciencia de pertenecer a un sexo determinado. El modo de vivir e interpretar esta realidad es sexualidad (Amezúa, 1991).
GÉNERO
El conjunto de atribuciones que la cultura ha ido desarrollando respecto a la realidad sexo, estas configuran los constructos masculinidad-feminidad. A través de estos constructos y en la relación asimétrica entre los grupos se han ido construyendo las subjetividades masculino-femeninas.
Es necesario aclarar que el concepto de dimorfismo lo empleamos con un significado referencial. Este concepto hace referencia a la génesis de dos formas, sin embargo esta realidad no es incompatible con el concepto de
«diversidad». Si se utiliza el concepto «dimorfismo» desde su valor de referencia y no como la formación estereotipada de dos formas, es perfectamente comprensible el concepto de «diversidad». De ahí que la homosexualidad, la transexualidad, las identidades sexuales en general, sean también el resultado del proceso de sexuación cuyo origen parte de la génesis del dimorfismo. Por todo ello, el estudio científico de la sexualidad se caracteriza por su
carácter multidisciplinar.
ORIGEN DEL SEXO Y SU NATURALEZA BIOPSICOSOCIAL
Se puede establecer en el tránsito de la reproducción asexual a la sexual, hecho que se produjo por necesidades adaptativas, supervivenciales. Sus consecuencias generan los tres pilares básicos en los que se sustenta la sexualidad humana: las bases biológicas, psicológicas y sociales.
Establece un modelo biopsicosocial, en la comprensión de la sexualidad humana, premisa ampliamente aceptada por los principales teóricos e investigadores de la sexología moderna (Carrobles, 1990; Byrne, 1986; Reiss, 1983; Geer y O’Donohue, 1987; López y Fuertes, 1989).
DIMORFISMO SEXUAL
La reproducción sexual ha provocado la génesis del dimorfismo
sexual. El origen del sexo, por tanto de la sexualidad, se establece en el momento en el que aparece el dimorfismo sexual. Las consecuencias de este hecho fundamental se manifiestan desde los niveles biológicos más elementales, hasta la complejidad del comportamiento sexual humano.
DIMENSIONES
La evolución hacia la reproducción sexual generó la aparición del dimorfismo, a través del proceso de diferenciación. Por lo tanto, la DIMENSIÓN BIOLÓGICA relacionada con los cuerpos sexuados forma parte de la sexualidad.
Al cuerpo sexuado le corresponde una experiencia psicológica que se desarrolla en un contexto sociocultural. El ser humano se caracteriza por la conciencia que posee de sí mismo, por tanto es consciente de su propia identidad.
El proceso de sexuación tal y como aquí se contempla tiene una evidente DIMENSIÓN PSICOLÓGICA. La conformación de la identidad global del ser humano es evidentemente sexuada. Es decir, no podemos entendernos a nosotros mismos sin la Dimensión Sexual. Nos situamos en el mundo en tanto que personas sexuadas, a partir de nuestro cuerpo sexuado y en relación con los demás en un entorno portador de un discurso acerca de la sexualidad. El modo de integrar y expresar esta experiencia en el desarrollo personal subraya la experiencia psicológica de la sexuación humana.
El proceso de sexuación posee también una DIMENSIÓN SOCIAL en la medida en que la especie humana es gregaria. La sexuación se expresa en relaciones interpersonales y comportamientos sexuales. Todo ello ha sido regulado de distintos modos a lo largo de la evolución. Los etólogos explican la importancia de la regulación del comportamiento sexual dentro de las diferentes especies. El éxito de la adaptación está relacionado con un sistema de relaciones que regulan las jerarquías, las prioridades de acceso a la cópula, los territorios, etcétera.
ALGUNAS APROXIMACIONES CONCEPTUALES
Freud (1972), la
pulsión sexual es una realidad limítrofe entre lo biológico y lo psíquico
enormemente flexible, de tal modo que el deseo sexual puede ser satisfecho
directa y libremente, puede ser reprimido, aplazado, sublimado, etc.
Merleau-Ponty (1945), la sexualidad es una
realidad existencial, no podemos entendernos a nosotros mismos sin ella,
como tampoco nuestra manera personal de situarnos en el mundo.
La sexualidad es el modo en que «integramos» y manifestamos en deseos y comportamientos
los diferentes niveles del sexo (López, 1984).
Una de las ideas más interesantes de la aproximación al concepto de
sexualidad propuesto por Félix López es la noción de «mediación». Para él:
La sexualidad no sólo mediatiza todo nuestro ser, sino que también es mediatizada por
él. Esta mediación se produce a través de procesos a) biofisiológicos, b) cognitivo - lingüísticos,
y c) afectivo - emocionales (López y Fuertes, 1989).
Desde un punto de vista filogenético, el sistema reproductivo es esencial para ello. En el origen la reproducción es asexual. Una célula madre se divide en dos células hijas idénticas (mitosis). Las ventajas de la reproducción asexual se centran fundamentalmente en su facilidad y rapidez. Sin embargo tiene el gran inconveniente de la escasísima variabilidad de la descendencia y por tanto su limitada capacidad de adaptación al medio.
La reproducción sexual ha sido la opción más eficaz. Esencialmente, el intercambio genético de dos seres hace posible que se creen otros diferentes e irrepetibles. Las ventajas de este tipo de reproducción estriban en el hecho de la mayor variabilidad de la descendencia, de ahí su mayor capacidad de adaptación.
El origen del erotismo, del deseo sexual, de la atracción
sexual, de la respuesta diferencial a estímulos con valor erótico, forma
parte también del proceso de sexuación.
La homosexualidad, la transexualidad, las identidades sexuales en general, sean también el resultado del proceso de sexuación cuyo origen parte de la génesis del dimorfismo.
La regulación de la sexualidad en la humanidad ha sido una de las principales palancas de control social.
La regulación de la sexualidad se refiere a dos grandes dimensiones: 1.- La regulación de las relaciones mujeres-hombres 2.- La regulación del deseo erótico y los comportamientos derivados de él.
La represión del impulso sexual y su canalización afecta en general a los seres humanos y en particular a las mujeres, a las personas homosexuales y a las personas transexuales.
El origen de la sexualidad se establece en el momento en que la reproducción sexual exige la creación de dos formas, de dos sexos.
El hecho social ha influido en la sexuación de una manera determinante en el desarrollo de las identidades sexuales. Considerado el género como el conjunto de atribuciones que la cultura ha ido desarrollando respecto a la realidad sexo, estas configuran los constructos masculinidad-feminidad. A través de estos constructos y en la relación asimétrica entre los grupos se han ido construyendo las subjetividades masculino-femeninas.
Desde un punto de vista anatómico, los cuerpos han tenido que diferenciarse para hacer posible la fecundación. Fisiológicamente, la diferenciación también ha generado los sistemas conductuales necesarios que hacen posible la reproducción.
Efigenio Amezúa (1979) (1991) propone un triple registro para comprender
la sexualidad. 1°: Al Sexo, 2°: A la Sexualidad y 3°: A la Erótica.
Otra aportación de interés en la aproximación al concepto de sexualidad es la aportada por Herant Katchadourian (1979), quien considera que los significados de la sexualidad podrían agruparse en dos grandes categorías:
a) La que hace referencia a la «división orgánica como hombres y
mujeres», y a las cualidades que las distinguen.
b) La que hace referencia al «comportamiento erótico» y a determinados
aspectos físicos o de personalidad, asociada o relacionada
con lo erótico.
Por un lado, en lo que se refiere a la represión del impulso
sexual. Reprimiéndolo se logra un importante control social (Foucault,
1976). En ello las religiones han jugado un papel preponderante (González
Duro, 1976).
El deseo erótico es una de las dimensiones esenciales de la sexualidad. Es vivido como una experiencia emocional subjetiva. Como toda emoción, genera una tendencia de acción hacia la búsqueda del placer a través de experiencias eróticas, vividas de manera autoerótica o compartida, con personas del mismo o distinto sexo.
Amezúa incluyó un cuarto registro: La «amatoria
» (ars amandi). Este nuevo registro se refiere a la experiencia profunda
de la experiencia erótica. Si coito proviene del latín co-ire, que
significa «ir juntos», la amatoria hace referencia a la experiencia
profundamente íntima que se produce en el encuentro entre dos personas, más allá de la mera conducta coital. Es esta experiencia de la
intimidad erótica la que, sin duda, diferencia a los seres humanos del
resto de la especies de la escala filogenética.
Los procesos cognitivos mediatizan la sexualidad en la medida en que la
estructura cognitiva conforma la identidad, los contenidos del deseo erótico,
las actitudes y los comportamientos.
Si consideramos al ser humano en su totalidad, la dimensión sexual forma
parte del eje que lo constituye. Por tanto, el ser humano está mediatizado
por su propia sexuación, por el desarrollo de su constitución sexuada,
por sus bases biofisiológicas, por su herencia genética.